viernes, 14 de julio de 2023

- MARÍA DE LAS NIEVES. -



¡ Juventud, juventud y juventud ! María de las Nieves se acerca con decisión a los setenta años. Sus ojos brillan con un aura cosmética y estratégica. Juventud, ¡divino tesoro!

María de las Nieves, necesita lucir. Y no solo tipazo, sino muchas más cosas. Casi todas las cosas. Antes muerta que sencilla. ¿De dónde es Marinieves?, ¿de Extremadura?, ¿más valenciana que yo aunque desprecie nuestra lengua madre?, ¿de todos los sitios españoles y conocidos? Seguramente ...

También su marido se pone de antigua gala, aunque solo sea para la habitual comida de solos en un bar. ¿Se puede estar solo a pesar de estar con su Paco desde que era casi una adolescente? Claro que se podrá. Eso y mucho más.

María de las Nieves llega a su cita de los domingos con un atrevido escote, y con toda la presentación coqueta que toda mujer como ella, precisa. Ella y su marido tienen dinero. ¡Pues, que se note!

Marinieves podría poner una consulta de videncia. Da el perfil. Sus pendientes, pulseras y mil aderezos, siempre irán con ella. Así como las calles tradicionales de un pueblo de Extremadura en el que nació y veranea durante los agostos. ¡Vivan las guapas y los guapos!

Conmigo, la mujer mantiene una prudencial y hasta lógica distancia. Yo, no tengo dinero. Pero soy fuerte, miro aún con curiosidad a las chicas guapas de todas las edades, y nunca entro en polémicas. Marinieves es tradicional como una Pantoja, y no quiere saber nada del dolor ni de las arrugas. Marinieves no tiene arrugas y sí una piel agradable y blanquísima.

Durante toda su vida ha hilvanado una forma de ser, aparentemente sumisa con su Paco, y le dan cosa sus achaques primos de vejete. No creo que le deje por mayor, porque para la mujer las apariencias son activos vitales, y ser viuda de España se valora mucho. Da mucho respeto y prestigio.

Marinieves tiene mártires a los camareros del lugar en donde comemos. Porque quiere las cosas así, y así no, y pónmelo como yo te lo digo, y la semana pasada tenían mucha sal, y aquello por allá flojeaba, ¿verdad, guapo? ...

Acabada la comida, unos amiguetes jugamos la habitual porra o partida de dominó. Y en seguida te das cuenta de que eres lo que haces, y que la actitud es el alma.

María de las Nieves se mosquea cada vez que pierde una mano del dominó. Apela a su mala suerte, apunta con brío y envidia a los que juegan bien y por los que por su culpa pierde, y de vez en cuando le lanza a su marido miradas informativas y estratégicas. ¿Cómo se hará para no perder la partida?, ¿por qué tiene que ser ella la que no gane? ...

Hay que verla menear las fichas. Lo hace con femineidad de adolescente y con mano de meiga. Y finalmente, el otro día me percaté de que jugando hace trampas. Nos pone a prueba. Si la pillamos haciendo sutiles trolas, ¿le tiraremos la bronca?, ¿tendremos cojones? ... Está su marido Paco que calla y ... Y entonces un tal Ángel, compañero de partida, me dice que no la diga que ha hecho trampichuelas aposta, que mejor ...

Nunca creo en la gente que no sabe ni quiere perder. Hay personas, a las que todo les vale. María de las Nieves va por ese camino. Y para mí, ha bajado a segunda y me distancio más. Y, ¿qué más da lo que a mí me parezca ella? ¡Qué importa lo que digan los demás! ...

¡Música y más música! A Marinieves le gusta bailar y ser una eterna chica sin edad que escucha pasodobles y salsa, y que se luce como la mejor de las divas. Siempre fue una diva. Lo querrá seguir siendo. Lo pretenderá hasta extremos risibles.

-MARÍA DE LAS NIEVES-


 

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