lunes, 24 de julio de 2023

- CHARLA CHARLANDO. -



María habla como una niña grande. Trata de intelectualizar juguetonamente su discurso. Parece, en vacío. Como en caída libre que le pasa inadvertida.

María dice ser libre como el viento. No tiene voz de la edad que afirma tener. Es escurridiza y rara. Mas es bonito el timbre cercano de su voz.

Afirma ser una mujer de Valladolid en Salamanca, y siente placer exhibicionista al saberse escuchada por un extraño. Por mi. A mí puede contarme todo aquello que le de la gana. Manifiesta que ella se da mucho más a los hombres que ellos a ella. Y entonces todo parece cerrarse en una concha de misterio, hasta que la escuchas y la dejas hablar largo tiempo.

El tiempo. El tiempo libre de María puede ser extenso, suave, atenazador, irrelevantemente maratoniano, y sumamente peculiar. ¿Por qué me dice que carece de autoestima cuando ella no parece estar convencida nadita de esa idea?

Cuando aparece la normalidad, María dice que lo suyo con su ex marido fue siempre rutinario y nunca comunicativo. Y que el tema de los hombres ya pasó para sus metas.

María es contradictoria. Todas las noches le da por watsap un buen deseo de saludo a alguien que ya no está en su vida. El hombre, lee su watsap y se limita a devolver su buen saludo de deseo. Ha debido ver por dónde va y no va María, y se ha hecho a un lado.

Pienso en la pandemia. En el daño que ha hecho y en la carnicería mental que ha provocado. María, con voz casi melosa, afirma sus cosas, después dice lo contrario de lo que dijo antes, y sencillamente llena su tiempo de excentricidad. No se habla con sus hermanos, solo tiene una amiga con la que sale los findes a tomar algo, y a apartarse igualmente de los varones. Más que dos amigas, son como dos refugiadas en ellas mismas que se retroalimentan la una de la otra. Así es muy difícil que haya diversidad y que aparezcan bailes o senderismos. María está agazapada en la incomprensión y en el autoengaño. 

Hay gente buena, sí, pero sobre todo la hay muy mala. La que hace daño sin escrúpulos, la que te falla, la que te decepciona, la que está pero no está; la que piensa solo en sí misma.

El mundo es percibido por María como una suerte de decepción tranquila. Y se agarra desesperadamente a su nada, en busca de no se sabe bien qué.

Quizás María pueda reflexionar con ayuda profesional. Ojalá el destino le puede procurar sólidas y reales buenas noticias.

María me dice que no es alta ni baja, ni delgada ni de curvas, ni guapa ni feísima, que no se siente bien consigo misma y que hoy le apetecía llenar su ola de calor con sus medidas expresiones.

Su discurso parece estar de vacaciones. Porque María en realidad tiene buen fondo y dice que se siente bien cuando ayuda a los demás. El fallo es que no sabe ayudarse a sí misma, y entonces precisa casi desesperadamente una oreja que escuche su variable personalidad.

Al acabar la charla, María remata diciendo que a pesar de que no es feliz, no está dispuesta a cambiar nada de su vida.

-NI A ESCUCHAR A OTROS.-

 

0 comentarios:

Publicar un comentario