martes, 19 de abril de 2022

- SED DE SOL. -



Piel clara y femenina que desea sol de playa y mar. Es Alejandra, y mujer, y atractiva, y suave, sonriente y decidida.

Su punto de deseo es su vacación excitante y necesaria. Desinhibirse. Soltarse los modos, las formas, el pelo, los zapatos prietos y toda ella.

Alejandra mira su dermis y se aburre con lo que ve. Le hace falta variar el color. Su cuerpo necesita modificar el aspecto. Y ella quiere buscar al lado del mar un nuevo tiempo de look y de ilusión.

Y aunque la primavera quiere jugar con el destino de la mujer, haciendo que deba meter en la maleta viajera reservas de invierno, predomina abundantemente lo imprescindible. Lo lejano, lo relajante, lo calmo, lo diferente, ese bendito solazo que hace que la chica se calce sus negras gafas y se tumbe sobre la arena. Sí. La mejor toalla, la evidente y territorial, la primera en llegar al borde del mar, de las primeras a la hora de sacar su bikini más que breve y de azul pasión, y presta a hacer conectar sus endorfinas con la euforia desnuda de su piel joven y más que femenina y hermosa.

Alejandra, ha dejado su mascarilla al lado de su tanga tupido de invierno. No jugará a los interiores, porque tiene sed de luz y de sol. Su piel se abre con sus poros receptivos, hasta el punto de que prescinde de cremas al inicio de su exposición.

Después, la chica se vuelve temperamentalmente formal, y se quita el sujetador del bikini y lo esconde entre su capazo femenino. Y ahora sí que toma la crema de protección y se embadurna los senos, la cara, los brazos, las piernas ... Y entonces otros chicos se atreven a ayudarla.

Alejandra viene de clima frío, y tras un valiente chapuzón se torna complaciente. Su salvaje belleza no pasa desapercibida porque es imposible. Y entonces le dice que sí a un morenazo de su edad, el cual agrega crema en la lechosa piel de la chica. Y se ponen a charlar. El chico se llama Enrique y tampoco vive cerca de La Malvarrosa valenciana, sino de Lugo. Y a élla, santanderina de origen y gijonesa de adopción, le encanta el celta acento de Enrique. No duda en darle el teléfono. Pero le sugiere soledad y libertad. El hombre, se hace el remolón, pero finalmente aleja su toalla de su chica admirada. Media hora más tarde, Enrique ha llenado el watsaap de Alejandra de contenido, pero no hay respuesta a sus lindezas. El chico decide alejarse y esperar.

Alejandra tiene otras prioridades. Luciendo al sol con su tanga ya de hilo como única prenda, decide cerrar los ojos. Sí. Clausurar sus ojazos. Pero a su vez se mira a ratos con un espejo la piel de sus brazos y del resto de su cuerpo. No desea esa blancura, aunque también sea hermosa y racial. Sus objetivos no son otros que la transformación colorista de su dermis. Y pone para ello toda la carne en el asador.

Alejandra siente que su piel blanca es como caspa molesta de invierno, el cual debe ceder y transformarse durante su tiempo vacacional y playero en otra cosa. Su tonalidad de piel empieza a coger diferencia en el colorido, y se empieza a doctorar en su decoración corporal tras siglos de virus, de lluvia y frío, y casi de depresión.

El sol de Alejandra parece levantarle una nueva sonrisa hermosa de paz, alejarle del pasado tenebroso y de angustia, y otorgarla toda la salud de una bella mujer en flor.

Pocos minutos después, suena un móvil coqueto y de última generación. No para de sonar. Son sus amigas que buscan su ubicación en la playa porque desean reunirse con ella y desinhibirse todas juntas. Y juntos. Porque Alejandra sabe que además de Lydia, Sara y María, van a llegar Luis y Santi, y también Andrés. 

-Y SU PIEL LES RECIBE-


 

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