domingo, 27 de enero de 2019

- EL NIÑO, EL POZO, Y TODO EL SHOW TRÁGICO. -




Totalán. Málaga. Un niño se cae en un pozo y su padre no logra sacarlo. Todos se desesperan porque la dificultad para extraerlo es de aúpa. Suceso trágico. Final previsible. Momentos y siglos de angustia interminables. Terrible. Y llega la televisión. Mucho periodismo que llaman de hoy, e invaden con sus cámaras y micrófonos el pueblito andaluz. El eco se llama dinero. Ana Rosa y otros ana rosos, se unen al morbo.
Empiezan todos los rumores y cotilleos. El acoso en busca del show. Y España se llena de teóricos en los bares y tertulias, en las que se habla hasta el agotamiento acerca de cómo se hace todo y de cómo no se hace. Y siempre, al fondo, la televisión. La de hoy. La del morbo. Un imán. ¿Y en dónde está el periodismo sensato?, ¿no vende?...
Imágenes que atrapan más que las pantallitas de los móviles. Y expertos en bucear por los olores de las desgracias, invaden todos los foros y subvierten con artimañas los asuntos. Crean necesidad de solidaridad y de vicio en que no pensemos sino en mirar lo que le pasa a un pequeño atrapado en un traicionero pozo. España está llena de agujeros ilegales hechos por la decisión y la mano del hombre. Buscando agua desesperadamente porque escasea. El agua y más con el cambio climático, es un oro capaz de levantar guerras y consolidar la idea de las sequías que genera dicho brutal cambio climático inducido.
Pero la tele seguía ahí. Creando necesidad. Seduciendo artificialmente con la exhibición del dolor. Sin respetar si quiera a los padres del nene. Ahí quedan las impresionantes y llamativas excavadoras con sus palas, toda la parafernalia, la geología, las dudas, las urgencias, la construcción de agujeros alternativos para alcanzar el objetivo, el secuestro de muchas voluntades afectadas, el padre de Mari Luz,-del PP-, con sus amigos cantando salmos para que se hiciera un milagro, y cincuenta mil insensateces más.
La tierra es cabrona y coqueta, pizpireta y seductora, y fatal y magna, y poderosa. Y cuando te atrapa, lo llevas bastante mal. La tele fue y es, un pozo sin fondo ni ética. Llamaban a todos a su misa.
Asturies sabe lo que pasa debajo de la tierra y a causa del hambre. Y sus vetas de mineral trajeron la esperanza a las cuencas astures y también el peligro y la muerte. Los mineros son los jefes del interior de la tierra. Bajan y han bajado siempre. Muchos, no lograron sobrevivir al grisú o a la silicosis pulmonar. Hicieron familias mineras. Clubs mineros. Y de entre éllos, unidades especializadas de altísimo nivel. ¡Valientes! Los chicos de la película dramática fueron convocados a Totalán. Los mineros chilenos también se ofrecieron. ¡Por supuesto!
Pasaban las horas. Avanzar, parecía ser retroceso. Demasiados días y demasiada urgencia. Y las televisiones nos lo seguían recordando al segundo, y al minuto, y a cada instante. Casi que me daban ganas de ir a Totalán y sacarlo con mis propias manos y en seguida, ¡joder!...
Qué lentos, qué dolor, los medios, la agonía contagiada y propagada, los carroñeros haciendo de las suyas, y hasta los canallas de las fake news haciendo más que méritos para que los metan en la puta cárcel.
No ha podido ser con Julen. Se ha hecho todo lo que se ha podido. Se le ha sacado de ahí. Sin vida, pero se le ha sacado de la humillación del fondo de la tierra. Dignidad.
Un ruego al periodismo del dinero. ¡Dejen a los padres de ese niño y a su familia la libertad de la intimidad y del duelo recogido! No prolonguen todavía más la angustia después del desenlace. En su mano ética está.
¡POR FAVOR!

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