martes, 16 de octubre de 2018

- EL DINERO NEUTRO -




No estaba soñando. Era real. De mi bolsillo y llevados por una extraña fuerza, partían hacia el exterior cuatrocientos euros divididos en ocho billetes de cincuenta euros. Una fuerza que parecía no obedecer a los cánones de la Ciencia, alejaba más y más ese dinero de mí.
Unos setecientos metros más allá, los billetes cayeron al suelo y el fuerte viento los alejó unos metros más y los elevó en dirección al interior de una furgoneta con las puertas traseras abiertas. Y en ese momento, un par de jóvenes subieron a dicho vehículo y partieron. Yo, no grité ni protesté ...
Algún tiempo después supe que los dueños de esa furgoneta no gozaban de la mejor de las reputaciones. Me robaron sin pretenderlo,y por supuesto nunca iban a preguntar por la procedencia del dinero.
Seguía sin soñar. Yo no estaba soñando. Y si lo estaba y me he despertado, no siento demasiado la pérdida de los cuatrocientos euros, a pesar paradójicamente de las dificultades evidentes que tengo para llegar a fin de mes. Lo importante fue esa fuerza extraña. ¿Qué es lo que desencadenó el extraño fenómeno? Cuesta admitirlo, pero a veces no se hacen las cosas bien.
Todavía no sé defenderme básicamente. Porque ese sueño era muy virus y muy peligroso para mí y para cualquiera. Y fuera como fuera la fenomenología que causara la separación de los billetes de mi bolsillo alejándolos definitivamente de mí, debí no haber sido tan pesimista acerca de la posibilidad de su recuperación y haber reaccionado de una forma bien diferente a mi contemplación y a mi absorta indiferencia.
No fui consciente del peligro de esa fuerza que en última instancia me perjudicaba definitivamente mi precaria economía. Veamos. ¿Fuerza misteriosa?, ¿enigmas sin resolver?, ¿infortunios mistéricos?, ¿la maldad de los otros?, ¿más circunstancias adversas? ...
¡No solo eso! Solo fue que me dormí. Y cuando te despiertas tarde y no quieres admitir que el dinero se te ha ido, tiendes a señalar con el dedo a babor y a estribor en busca de respuestas imposibles.
Quedarse dormido es una de las peores cosas que pueden suceder. Porque si te duermes no ves la vida pasar y no puedes valorar las estrategias ni enterarte de las situaciones. Todo puede ser rabia sesgada de impotencia.
Me importan un pito los cuatrocientos euros, porque lo de menos aquí era la cuantía. Cuando está lloviendo a mares o hace un frío polar, no debo dormir a la intemperie eludiendo en el sueño la posibilidad de las consecuencias. Y cuando despierto de ese sueño errado, no deberé quejarme de que una pulmonía se haya comido temporalmente mi salud,o que haya sido mordido por los roedores los cuales solo pueden buscar la subsistencia.
¡No! Ni cuatrocientos euros, ni cuatro céntimos de euro, ni dormir a la intemperie salvo fuerza mayor, ni fuerzas extrañas o telúricas que actuar puedan a espaldas de la Ciencia realista e inteligente, ni malas suertes, ni lloros ni victimismos.
Cuando cierras los ojos y decides no participar de la vida, entonces toda queja es una arana. Porque la vida y su dinámica exigen mucho menos sueño y mucha más atención. Mi objetivo es dormirme lo menos posible y saludablemente. Esa es la clave y el aprendizaje en lo sucedido.
No pensaré demasiado en los ladrones ni en que un día me llegue la recuperación del dinero a través de una investigación policial. ¡Nada de eso! Lo que pasó fue absolutamente lógico. Yo no le doy valor a ese dinero, porque no es de nadie. Es dinero neutro. Ni mío, ni de los ladrones, ni de las adversas circunstancias. El dinero se mueve la mayor parte de las veces desde una oportuna organización de las estrategias y de las ideas. No me considero robado. Sino alguien que todavía debe superarse para solidificarse y permeabilizarse mejor.
-MI RETO ETERNO EN EL CRECER-

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