jueves, 25 de octubre de 2018

- CARMEN ALBORCH, MUJER DE VANGUARDIA -




Transgresora y logrando su sitio. Un escándalo. ¿Una mujer al frente de un Ministerio? Felipe González debía mostrar desde su gobierno en el poder, que el progreso debía hacerse de notar cambiando elementos del banquillo habitual. Le tocaba a una mujer estar entre los miembros del Ejecutivo. Lo empezaban a demandar los tiempos. España cambiaba, evolucionaba, las mujeres empezaban a llenar las universidades de todas las materias, y el Presidente fue consecuente con ese sonido. ¡¡Mujer!! Se llama y llamó Carmen Alborch.
Valenciana y vanguardista. Sin fronteras. Decana bien joven de la Universidad de Derecho, y valiente y singular. Nada de modosismos o de timideces en Carmen. Por encima de todo, progreso, feminismo y seguridad.
A mí,-como mero espectador de sus cosas-, me costó comprenderla. Porque Alborch no se cortaba un duro. Y su ministerio no era baladí: la Cultura. Mucho más importante de lo que en tiempos del money podamos calibrar. Su logro más conocido fue el impulso extraordinario que le dio en mi ciudad al Instituto Valenciano de Arte Moderno, el IVAM. Pero fue ecléctica y se desarrolló con profusión en numerosos campos.
Sus labios cargados de rojo carmín, su nariz prominente y sus pómulos destacados. Su pelo moderno y con vivos colores. Diferente. Fuerte y con personalidad arrebatadora. Al ataque de su verdad como mujer y rompiendo moldes con su sola presencia y porte. Ojos talentosos. Destacada mise-en-scène. Su modo de vestir llamaba demasiado la atención en una sociedad que si ahora cree bien poco en las mujeres del poder político, no digamos cuando ella empezaba a mostrarse en el caudal mediático.
Pero a Carmen Alborch no le importó el cuchicheo ni la mirada ajena descalificadora y cotilla. Se pudo los trajes que le salió del pirri, y sobre todo defendió muchísimo su posición de mujer argumentando en mil entrevistas y publicando libros denunciando el papel secundario e injusto que la mujer ha tenido y sigue teniendo.
Lo que más me admiraba en Alborch cuando era entrevistada o participando en debates, era su capacidad para no dejarse avasallar. Y con su voz profundamente femenina, poco a poco iba cuadrando a sus adversarios manteniendo desde sus claras y convencidas ideas a aquellos o aquellas a los que acompañaba el desparpajo pero no el argumento de peso. Preciosas las entrevistas de Julia Otero a Carmen. Reveladoras. Porque me ayudaron a entender mejor a la mujer pública, cosa que hoy todavía se desvela a contagotas.
Carmen Alborch era del valenciano pueblecito de Castellò de Rugat, pero demostraba que las demografías  y las distancias pueden ser anécdotas para llegar a los objetivos. Todo lo contrario a los paletos,y además con una visión de las cosas bien avanzada a su tiempo. Y con esa visión feminista que abría caminos a las chicas actuales, empujaba las cosas hacia la normalización de un nuevo prototipo de mujer que escapaba ya de todo estreotipo de hembra prejuzgada por el varón pillado y sorprendido. La mujer podía ser tan cultura o más que un tío ...
Nos habló Carmen y estudió desde sus trabajos feministas, de mujeres que a pesar de no aparecer en el top divulgado de una sociedad profundamente machista, habían influído con su hacer y decir en todo tiempo y contexto. 
Y desde su acento nos hablaba de la necesidad para todos de que la mujer fuera por fin, creída. Desde su dominio de las emociones y desde su enorme talla y potencia. Estuvo siempre a la altura de lo previsto y su figura todo lo elevó. La Cultura española pierde a una mujer apasionada, especial, serena, independiente y democrática, que rehuyó los gritos de la polémica y que supo vivir la vida con ese tesoro natural que se llama libertad y convencimiento.
¡MALDITO CÁNCER! ...

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