jueves, 19 de julio de 2018

- LA SONRISA DE PETRUS -




De pijo. La sonrisa de Petrus le remite al tiempo de su juventud. Bastante brillante juventud. De cuando llegó a ser muy inteligente y tranquilo. Como ahora aparenta.
Petrus no ha cambiado mucho aunque se aproxime a los sesenta. No puede negar en su verbo y actitud el contexto en el que se crió. Le pones unos calcetines blancos, y te viene la idea de que podría hacer la comunión en cualquier momento. Su mujer, ha mucho que le sorprendió. Y va y un día le dijo que hiciese su camino y ella haría el suyo.
Y Petrus se puso muy práctico, y tragó sapos y culebras con las más convincente de sus sonrisas. Pero aquello le marcó bastante porque se sintió mucho menos inteligente y hasta profundamente desnudo. ¡Vaya mierda eso de tener que volver a empezar! ...
Y él, Petrus, es un hombre de negocios, y de mundo, y de viajes, y deportista si no hay mucha suciedad para sus zapatillas, y su discurso verbal se acerca a esa izquierda que denuncia las realidades pero que no logra avanzar un metro.
Contradictorio, Petrus. Muy contradictorio. En realidad no cree en nada que no sea light, y eso le lleva a chocar contra sí mismo y contra su exuberante conocimiento y relato de la Historia de este país que también es el mío.
No sabe estar solo el bajito y simpaticote Petrus. Simpaticote en función de la diversidad opinativa. Unos le llaman prepotente, otro afirman no conocerle, muchos prefieren opinar sobre él, y a Petrus lo que de él digan parece importarle la séptima parte de un comino.
Huye hacia adelante Petrus. Y ha dejado o apartado su ética. Podría ser un horroroso e incoherente profesor de filosofía. Se aburriría impartiendo dicha básica materia. Porque prefiere un alumnado social presente y al que quizás algún día pueda sorprender.
Petrus tiene un hablar dulzón y convencido. Pero si le interrumpes actuará de dos maneras. Si eres varón como él, entonces acabarás guardando silencio y te borrará de su lista de amistad. Si son mujeres las que le ponen trabas a su discurso  complejo pero también previsible, entonces Petrus sacará machistamente su educada y juguetona sonrisa de ex joven pijo, y hará como se deja arrastrar por las hembras impasables y victoriosas. Será mejor sonreír. Siempre sonreír, aunque por adentro. Sus sentires pueden ser exactamente todo lo contrario a una alegría.
Petrus es un pícaro superviviente. Y por lo tanto, vulnerable. No encuentra en mujeres lo que desea. Aunque parece que quiere estar bien rodeado por muchas de éllas. Hace cásting y se acerca a las guapas y dinámicas, capaces de cansarle físicamente y de entretenerle como a un marajá que perdió toda ilusión.
El amor. Parece que el amor y Petrus no se llevan nada bien. Pasan mutuamente. El amor no cree en Petrus, y viceversa. Pero la cuestión jeroglífica es el halago y la sorpresa femenina. Para una vez tener su presa, marcarle desde su deseo las condiciones y las reglas del juego.
La voz de Petrus es tan educada que no convence a las Evas, y entonces se le largan de su seducción. Y Petrus nunca afirmará que lleva cabreo interior, y que se siente muy grande, y que ellas se lo están perdiendo, y que en el fondo le gustaría hablar carpetovetónico y malsonante, y volver a su pija juventud, y nunca renunciar a unos calcetines blancos, ni consentir que una mujer real pueda decirle lo que de él piensa.
-FALTARÍA MÁS-

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