jueves, 27 de noviembre de 2014

- PERDERSE CONTIGO -



Desconectar. Acercarse sonriendo a tu mundo esotérico y maravillosamente sugerente. Hacer placer en la sonrisa y quitarse el corsé del temor. Atreverse contigo y hacernos felices.
No mirarnos el reloj del tiempo. No saber demasiado qué sucede alrededor de nosotros. De tí y de mí. Da igual todo. Me es indiferente si las tardes huelen a frío o si los colores predominantes son los colorados. Solo importa una aventura mágica y real a un tiempo. Solo vale decidir.
Y correr con lentitud, y saltar a la vez. Y no temer perderse porque no se puede estar más orientado hacia nuestro deseo. Saltarse en rojo los semáforos, ponerte la ropa que siempre te dijeron que no, confiar en nosotros mismos, y hacer las gamberradas íntimas que nunca diremos a nadie. Saber que buscarnos es más que localizarnos en un mapa o una cuestión moral de los otros. Los otros se han ido, no están, dimitieron, fueron echados, no importan, están en otra atmósfera y en otra dimensión, y en medio del camino iniciático de mi sorpresa deseada solo puedes estar tú.
No quiero encontrar las calles habituales, ni las plazas, ni las cuidades de costumbre, ni los caminos ya previstos, ni los planes acordados. Me gusta que las palabras del apriorismo y del atrás se las lleve el viento y que todo se reinicie de nuevo a través de tí.
No importa el Medievo ni el siglo XXII, ni el futuro, ni el pretérito imperfecto, ni los años setenta, ni el año pasado, ni cuando Iniesta nos hizo fútbol, o cuando la bota del hombre pisó la roca imposible de la luna enamorada.
Perdernos, sí. Solo importa perdernos tú y yo. Hablar en otro acento, otro idioma, otra cosa, otra sorpresa, otra evidencia, y toda la complicidad.
Quiero vestirme para tí y que tú te hechices para mí. Deseo que todos nunca puedan saber lo que se siente cuando te tengo delante, cuando te acaricio, o cuando entre los dos nunca puede molestar el amigo silencio.
Cuando solo somos una cosa inesperada, y sin pensar, y ya, y que nos decidimos en seguida, y que con una carcajada cambiamos de opinión cada quince minutos, y borrarnos con una goma de amor, y reescribirnos nuevamente con una mina infinita de lapicero mil millones de proyectos inmediatos y en extremo realizables.
Tú eres el epicentro y hasta el tsunami de ese proyecto, y de ese reto, y de esa mochila desenfadada, y de esas medias de fantasía femeninas que te me pones en la noche, y de ese pelo eterno que sé que está ahí para la seda de mis dedos y de la libertad de mis caricias.
Rompemos todos los pronósticos y todas las ayudas y penetrantes imaginaciones, y nunca nos damos prisa por ser todavía más cómplices y unidos, y sentimos la misma cosa parecida que hace que cuando nos despertemos siga todo leve y abordable.
Cuando nadie nos cree ni nos mira, cuando no se apuesta por nosotros, cuando alguien opina que no es, y cuando todo éso, entonces nosotros nos miramos y sonreímos con toda la fuerza de nuestra verdad.
Y nos decimos que entre nosotros nunca hay nada imposible, y que todo lo contrario, y que somos felices, y que todos los demás no saben lo que se pierden.
¡ALLÁ ÉLLOS!

0 comentarios:

Publicar un comentario