Es una cosa que no se ve, pero que se antoja definitiva y vital. Sí. Quizás lo hayáis intuído. A mi madre le fallan los pulmones y le cuesta mucho respirar. El lunes pasado me dió un sustazo, porque pensé que se iba. Temimos lo peor. Pero como es muy fuerte, la mujer se va recuperando paulatinamente. Pero le falla su oxígeno.
Y cuando la veo ahí postrada con su mascarilla, se me viene a la cabeza y no sé porqué, la idea del olor a pino que yo asocio al respirar y a la vida. Qué bonito es poder respirar cada mañana sin sentir el ahogo ...
El oxígeno te da moral, te da paz, te mete en la seguridad, y te quita la incomodidad y el sobresalto raro. Por eso siento dolor cuando mi madre me dice la letanía dolorida de: "no puedo más"...
Está cansada, con mal rollo porque sus pulmones ceden, y con unas tremendas ganas de dejarse de respiración asistida, mascarillas, y artefactos bastante extraños aunque necesarios.
Lo que pasa es que mi reina cuando se pone nerviosa, abre sus ojillos y me ve a mí delante de ella. Eso la da muchas cosas además de paz y protección. Por ejemplo, el poder mandarme todo lo que quiere desde su nueva situación de poco oxígeno. Y entonces se desahoga conmigo, y puede sacar su carácter eterno y su rebeldía y travesura permanentes.
Mi madre ha tenido pulmones. Muchísimos pulmones. Ha sido siempre incansable y vital. Iba andando a todas partes, y bajaba y subía las escaleras de tres pisos sin ascensor. No le gusta tenerse que estar quieta. Y encima, con el molesto y fastidioso ahogo. ¡Ay, esos añitos, mi tesoro eterno! ...
Pasan factura. Pero yo sigo fiel a mi convicción y a mi dedicación. Mañana le pondrán en casa un sistema de oxígeno para que ventile mejor mientras duerma por las noches. Se lo pasará mejor.
Y yo tengo aún muchas sorpresas bonitas para ella. Porque la volveré a llevar más que pronto al Jardín Botánico, y aunque no pueda andar, yo la llevaré en la silla de ruedas, y la pondré tapadita en la sombra protectora, al lado de los nísperos y de los pinos. De esos pinos que dan energía, oxígeno y paz.
Es decir, que aquí nadie se rinde. Sé que mi madre debe salir a un sitio abierto, y a ver a sus ranitas del mágico lugar, y a preguntarme sus cosas de niña grande, y sobre todo haré que pierda el miedo a su nueva etapa y situación.
Quiero que vuelva a la barriada, que pasee por las calles, y que sea saludada por todos quienes la quieren y mucho. Sé que las entusiastas mujeres de la gimnasia de todos los dias en el botánico y hermoso jardín, desean verla. Deben de estar extrañadas, porque hace algunos días que no la ven. Seguro que piensan cosas extrañas y negativas.
¡Ah, oye! Y también yo quiero volver con ella a ese sitio tan bonito, y hablar con todo el mundo y pasármelo distraído y bien. Salir y desconectar de la tensión del hospital. Ponerle todo el color que pueda a la vida, para que los últimos tiempos de mi mamacita sean los más gratos y confortables posibles.
No es tristeza ni nostalgia mi emoción. Es, que cuesta asumir verla un poco agazapada y extraña. Pero la voy a volver a hacer sonreír. Y yo, con élla. Es mi apuesta y un poco mi magia. Algo me inventaré para que se ría. Imaginación, no ha de faltarme.
E incluso si me dejan, la haré rabiar y todo. Porque sé que esa travesura mía le permite sentirse mi madre y mi niña a un tiempo de nuevo, y quiero que me vea como siempre soy. Y le daré todo mi oxígeno, y mi verdad, y los dientes de mis sonrisas y todas estas cosas. Y también quiero que saque su carácter y me proteste un poco.
-LO MERECE ESTE TESORO DE MUJER-
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