Libertad. Naturalidad. Justicia. Eso es lo que representa el día de orgullo gay. Liberación y barreras superadas. Tabúes que caen haciéndose añicos. Necesidad de ser auténticos. Huír de las grandes rémoras religiosas, ideológicas y sociales.
Bella expresión la de "salir del armario". Salir del miedo al castigo de los heteros. La vieja y eterna aspiración que emerge desde la naturalidad y la autenticidad.
No tiene nada de malo o perverso que a un hombre le guste otro hombre, o que a una mujer le agrade otra persona de su mismo sexo. Nada de búsquedas extrañas de pestes maléficas e imaginadas, y que no resisten el más mínimo análisis. La homosexualidad y el lesbianismo son tan absolutamente normales, como el que hombres y mujeres se atraigan entre sí. Exactamente lo mismo.
Lo que pasa es que el mundo actual en pleno 2013, no termina de aceptar esa realidad. Y les prohibe decir su verdad. Y les pegan, y les condenan a cárcel y a muerte en muchos países, y les llaman cerdos y lascivos, y dicen que son promiscuos, viciosos y de poco fiar.
El planeta de los heteros sigue siendo tremendamente moralista y excluyente con otras personas. Les llaman maricones y bolleras, y se les mira con la mala curiosidad y el desprecio del morbo descalificador. Seguimos anclados en esa idea retrógrada y absurda. Cavernícola.
Nos molesta que se besen en público o que se tomen de la mano. No queremos que formen un hogar y un proyecto en común. Les despreciamos y nos burlamos de su característica, y marcamos sobre ellas y ellos unos estigmas inaceptables. Su sexualidad parece que nos insulta y desagrada profundamente. Y, ¿por qué? Sencillamente, porque ell@s son unos valientes, y lo que somos heteros hemos constituído un mundo cerrado y de seguridades en el que no caben esas sorpresas que a tantos fastidian. A los cobardes, fundamentalmente ...
¿Qué daño puede hacernos un homosexual o una lesbiana?, ¿algún daño especial o demoníaco?, ¿qué pasa aquí? Pues, pasa, que no pasa absolutamente nada de dañino y que solo es amor. Y, nuestros malvados y temerosos prejuicios. Éso es lo que pasa.
¿Malos?, ¿son malos los gays y las lesbianas? Lo que son, es personas tan respetables como todos los demás. Malos hay entre los heterosexuales, en los homos, y en todas las opciones. En todas partes cuecen habas, reza el viejo refrán ...
Dicen que eso es contra natura y un error de la Naturaleza, y mil sandeces más. No hay que hacer caso. Lo que es preciso es ser naturales y auténticos, y atreverse a salir de los funestos armarios que asfixian la libertad personal.
Abrir mentes y contextos, luchar contra los rechazos del mismo modo que se descalifica a los negros y a otras razas a las que se les llaman inferiores. ¿Inferiores? Sencillamente, de risa ...
A mí, lo que me produce rechazo es el asesino y el ladrón. El que agrede, o no es tolerante ni demócrata. El nazi o el fascista. Ése, sí que es de miedo. El que está encajonado y bravucón detrás de sus ideas del Medievo, y es incapaz de aceptar los asertos obvios.
Quiero que todo se abra. Que cada uno tenga la libertad de ser lo que sea, y que vivamos en un mundo que respete la diversidad y la diferencia. Un mundo que no encasille, ni sea maniqueo y absurdo. Unas sociedades que no tengan complejos y que no hagan sufrir vil y absurdamente a estas personas.
Deben ser castigados quienes hagan daño a los homosexuales y a las lesbianas, y quienes pongan rocas puntiagudas en el camino de su sacra libertad. Éso es la libertad. Todo lo demás es miedo y ganas de agredir, entre argumentos infantiles y carentes del más mínimo rigor científico ni auténtico.
En el día del "orgullo gay", recibid un abrazo de vuestro amigo José Vicente. Y divertiros todo lo que queráis y os de la gana.
- ¡ADELANTE, CHIC@S! -
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