De luz. Qué cosa más extraordinaria. Novedad. En el medio de la tarde de mi casa y en pleno domingo, Iberdrola ha sufrido una avería y no hay luz. Y al principio, no sabes qué hacer porque todo es raro. Es la primera vez que solo en mi casa, debo hacer frente a semejante contingencia. Fueron los otros. Antes siempre fueron los otros. Ahora me toca la responsabilidad de resolverlo por mí mismo. Aventurero, tierno y entrañable.
Amparo, una de mis vecinas de dos portales más hacia la izquierda, me llama por mi nombre y me pregunta si tengo luz. Amparo tiene una minusvalía. Pienso en todo. En mí, en qué se hace ahora, y en todas esas cosas.
Nervios y excitación. Tengo nervios porque nunca me he visto en ésta. Algún que otro vecino, de los que se acaba de incorporar a la barriada, se dirige por vez primera a mí.
- Oye, ¿tú tienes luz? ...
- No. ¡Tampoco!
- Ah, ya. Gracias ...
Se apaga la luz en la barriada y la gente se busca y se inquiere. La luz es un bien común. De todos. La oscuridad parece acercar a los seres que nunca hacen por comunicarse. Es lo que tienen los estilos de vida actuales.
Me sabe mal por Amparo y por mí. Lo jodido no es solo que no haya luz, sino que no se sepa a qué hora se va a reanudar el servicio. Llamo a varios teléfonos sin ningún éxito, hasta que al final alguien me da una interesante información. Aún tardarán una hora en reanudar la energía eléctrica. Pero por lo menos ya tengo referencias. Me siguen los nervios en el cuerpo. A las séis de la tarde ya habrá luz, pero mientras tanto, ¿qué diantre hacer? ...
Salgo al balcón. Amparo sigue ahí preocupada con su hija Estelita. Desahogo mis nervios dándola la buena nueva a través de dicho balcón.
- ¡Amparooo! Que me dicen que darán la luz a las séis ...
- ¿A las séis? Ah, vale, ya, sí ...
Ya he dado la buena nueva, pero mis nervios siguen en mí a pesar de que no se hará de noche hasta allá a las nueve. Y son las cinco. Pero no es lo mismo, coñe. Las partes interiores de la casa acusan más que ninguna las oscuras sombras. O, mejor dicho, mis oscuras sombras inexpertas, bisoñas y personales. ¿Qué hago, coño?, ¿pensar?, ¿pensar a oscuras?, ¿pensar con nervios? ...
Pues, hale, ¡a pensar con nervios y entre extraños! A pensar por mí mismo y como un superviviente del Vietnam o de Afganistán. Mis nervios son románticos y alegres, pero, ¿a quién demonios le gusta estar nervioso y a oscuras? ...
Las velas. ¡Ufff! Las velas sirven para que tengas luz. Y las pilas de la radio sirven para que tengas la sensación de estar casi en un concierto de Pablo Alborán o de Bruce Springsteen. ¡Cago en diez! Menos mal que hay cerillas en uno de los cajones, porque si tengo velas o cirios pero no tengo nada que prenda, ¿qué más dará todo? ...
Los vecinos se disimulan entre sí y se hacen los vencedores de "Supervivientes". Sí. Es una buena idea para la Primavera y para sentir cosquillas en el corazón cuando te has enamorado plenamente del surco y del sendero de tu vida que crece imparable. ¡Puto gato que no para de maullar en toda la santa tarde! Perdón. Qué culpa tendrá el gato de las averías de la extraña sociedad.
Humor nervioso. Me voy al Jardín Botánico. Estiraré las piernas y el corazón. Es sano. Escribiré antes dc que la guadaña de la adversidad se cebe con todos nosotros y tengamos que ser todavía más responsables. Sin resultados. Subo a casa y sigue sin haber luz. Es una nueva experiencia. Es la adversidad, los tiempos, la vida y yo.
- ¡HÁGASE LA LUZ! -
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