Déjame quererte, Corinna. Quizás tú seas la princesa de España, y Bárcenas el presidente. Me da igual. Déjame imaginarte. Permíteme mandarte un mail de fantasía que me lleve a la estancia de las aventuras y de los juegos bohemios, ¿quieres, Corinna? ...
Estás en todas las portadas de mi España corrupta y enamorada, has estado en todos mis sueños de matahari con pirata de petróleo y educación centroeuropea e impecable.
Quiero ser rey y tu amigo, y hacer que tu misterio no me ponga en aprietos sino en musa, y que te hagas ver y que me hables, ¿sabes? ...
Porque Bárcenas es de gomina y altanero, y tío, y tú eres bella como una geisha herida de cristal y con ligas y medias. ¡Seguro! ...
Bostwana y yo. Tarzán y Jane. Corinna y yo. Dos bribones a bordo de unos contactos con ambición fría y expansiva. Libertad, y que sea lo que Dios quiera. Vámonos al agua cálida de tu piscina con mármol de Carrara. Simplemente, a donde tú me digas que hay money. Lo necesito, te necesito ...
Tú eres euro, Corinna. Y dólar, y también mucho amor. Amor desordenado y femenino, desmedido y práctico. Eres bella, y te gusta la heterodoxia de los hombres altos y apuestos. Coqueteas con los poderosos y los institucionados, y te mueves en pilates acrobático hacia la alfombra roja y conseguidora de las admiraciones veladas e insatisfechas. ¡Oh, Corinna! Con dos enes.
Brazil, Corinna, los petrodólares, la familia Real, los buenos contactos, y el sálvame de luxe. Morbo con cabellos rubios, mujer para las tertulias, sal del armario del anonimato pero nunca me cuentes del todo quién eres. Qué más da ...
Corinna de los elefantes, amor, cortesía, elegancia, rumores maledicentes, y hasta ministra de mi trabajo. Tú sabes cosas que nunca me dirás, y le dirás a todos los medios lo que quizás sospechen, y me atrae cuando te defiendes argumentando que tú nunca le hiciste mal a nadie. ¿Qué es el mal? ¡Viva tu mal! ...
Empleos, contactos y ambiciones. Podrías ser la directora gerente de un hotel del día de San Valentín el enamorado, o hablar cara a cara con una mujer rival para salvar los malos entendidos. Sé, Corinna, que serías capaz de hacer millones de cosas. Mil millones ...
¿Te llaman furcia?, ¿buscavidas?, ¿fresca?, ¿peleona?, ¿entrometida?, ¿que no eres tan bella?, ¿truhana y nunca señora? ... Déjales. Solo son envidiosos del sur de esta Europa que nunca se puede hacer, y que un día de estos se romperá y entonces abdicará de un sueño de mercado común y completo. Bluf.
Monarquía, Bárcenas y Corinna. Urdangarín. El chico. Todos amigos de la vitalidad y de la inquietud. Ganas de correr y de emprender, de vivir al límite y hasta de hacerse los bobos. Bobos con dinero.
Reina por un día, Nóos, Síes, dudas, prensa, agobios mediáticos y más de mil preguntas. Mujer fatal y mágica, estrella inesperada y puntual, piernas de ensueño y Vanity Fair. Y yo, mirándote entre una selva de indignados que están aburridos de todo porque no ven el placer ni la dignidad. ¿Quedamos, Corinna?, ¿tienes algo de eterno femenino para mí, beldad?, ¿mola?, ¿okey, my Lady? ...
Déjame ser ladrón por unos minutos, y meterme en intrigas palaciegas, y jugar a ser negro de Bostwana, y a msn de hacker, y a atleta gimnasta de tu Deustchland. Necesito llenarme los bolsillos de empresas, de caminos, de lujos, y de medias de mujer. Déjame ser loco y secreto. Déjame ser sonrisa e ironía, Corinna ...
¡OH, CORINNA!
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