De Triana. Sevilla y olé. Nos ha dejado quien fue la gran dama de la copla y del flamenco en España. Una de las más grandes y carismáticas. España, y Mari Fé de Triana. Siempre, olé de Andalucía.
Cuando escucho la noticia, veo a una mujer andaluza y llena de vigor, que lleva el drama y la emoción del desgarro y el éxtasis del placer, en cada estrofa y en cada actuación musical. Y pienso en un tiempo que es distinto, que ya no va quedando, y que lo de ahora ya es otra cosa, otro ángulo y hasta otro paradigma. Otra sorpresa.
Lo que más me impacta a mí de Mari Fé, es precisamente el recuerdo contundente de su nombre poderoso y más que conocido. Todos hemos oído en algún momento de nuestras vidas que alguien hablaba de Mari Fé de Triana. Ni curioso ni baladí.
El floklore, otro tiempo de flamenco, el franquismo, España y Andalucía, la interpretación artística y elaborada de una cantante que lo daba todo sobre el escenario. La alegría y la fuerza.
Triana. Sevilla. La forma de ser sevillana y andaluza. El llevar el cante en la piel y en las venas, las niñas precoces y las cornás del hambre, los terratenientes y la reforma agraria pendiente, los tablaos y las plateas, el escenario, las batas de cola, un país en blanco y negro, El General, la impronta del sur de la península, el comer al cantar y el sentir del comer.
La grandeza y el brillo, el color majestuoso y la peineta, el contagio del ritmo de la emoción, la voz potente que impone una autoridad hacia el galardón de artista número 1, y todos los triunfos por la puerta grande de una eterna Maestranza de toros y loas.
Ahora, la cosa ha cambiado. Hay poca gente que cante copla desgarrada o que se llame María de la O, o hasta Mari Cruz. España es un mundo distinto y americanizado, en donde la fiesta se hace actual y el cante y el baile son otra cosa. Incluídas las sevillanas, y demás palos y gamas.
Y hasta los japoneses taconean, y los sevillanos cantan rock and roll, y la gente es consumista, y se teme una subcultura en lo cañí que distrae y disuelve.
Las niñas ya no quieren ser Mari Fé o Lola Flores, sino Rosa la de Eurovisión, o Diana Navarro, o Beyoncé, o chica del gimnasio y de vestido tradicional pero bien moderno a la vez. Feria, con matiz.
Sí. La innovación. Carlos Cano, lo sabía. La forma de ser de los españoles ya es otra. Somos todos de otra manera, y hasta demócratas y casi europeístas, y la modernidad no nos lleva al cante jondo de Las Minas, sino a Pablo Alborán o a David Bisbal.
Carlos Cano, fue uno de los primeros en darse cuenta de la importancia y de la necesidad de que ésto del flamenco y de la copla, necesitaba un arreón de viento en las ramas de los árboles.
Mari Fé, la grande de Triana, nos acaba de dejar. Y ha mucho que se nos fue la forma interpretativa de cantar y contar nuestra cotidianeidad.
Triana, Sevilla y Andalucía, siguen siendo el Betis, el Sevilla y los toros. Pero hay cosas que siempre van evolucionando y cambiando. Por éso no se van nunca. El purismo y el estatismo en copla, son una rémora hoy. Y a propósito de la gran Mari Fé, desde cuyo adiós llora a lágrima viva la gran Sevilla y Andalucía de la entraña y del corazón tradicional y clásico, otras voces tomarán otro relevo y otra grandiosidad, otro modo de ser grande, y otras peinetas y otros farolillos, y otros lamentos y risas. Otro modo especial de seguir.
-COMO SEVILLA-
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