miércoles, 18 de diciembre de 2024

- CINE ESPAÑOL: "EL 47". -



 

En esta vuelta en retrospectiva a los años primmos de la inmigración camino del donde sea de las grandes ciudades de la esperanza y de la supervivencia, se ve el orgullo, la resistencia, y todo presidido por esa lucha constante que plantea la dignidad y la idea humana de la mejora.

Para ello, para emigrar sin fracaso, es bueno pensar en la injusticia de los que se vieron en la tesitura de tenerse que ir de donde nacieron. Pensé bastante mientras veía la película "el 47", en el Mediterráneo y en su desesperación letal. 

Buen talante el tranquilo dentro de la inquietud, el adaptarse sin perder de vista a la raíz, el ser astuto ante la nada de la adversidad y el desdén; el aguzar el ingenio y acordarse de que la nueva tierra no se consigue sin amarla y trabajando denodadamente.

Manuel Vital,-personaje que existió y que encarna magistralmente Eduard Fernández-, comanda con su mesura de líder consensuado, la ilusión y el continuar de una gente que se  ha propuesto dejar de pasar hambre, aunque sea a golpes reales, a castigos, a renuncias, a decepciones o a nuevos disgustos.

El franquismo. Su contexto. Hay que tener bemoles y miedo a un tiempo, para adentrarse en el clima de la represión y decidir plantarle cara al día a día. ¡Todas las ganas de seguir ahí y de crecer! De hacerse fuertes donde no hay nada, de hacer de la tierra la suerte de los pies de su definitiva decisión. Y de seguir porfiando, y de techar sus chabolas en donde la gran ciudad se pierde y se desdibuja; en donde nadie puede creer en el heroísmo y en la audacia que no sean aquellos que no tienen nada que llevarse a la boca.

Falta de todo. Va faltando de todo, las fuerzas se ponen a prueba, bullen las tensiones entre compañeros de unos mismos objetivos, y acaba haciéndose absolutamente precisa la idea de la organización y de la disciplina. Darse por vencidos es una idea errada que no entrará nunca en la cabeza de estos valientes inmigrantes.

Sigue la vida. Y las dificultades. Y en el extrarradio, todo suena a efímero y hasta a selvático y huérfano. Pero la dignidad del líder obrero Vital, de un pueblo de Extremadura, nunca olvida las canciones de Joselito o de Antonio Molina. Y se puede a veces beber y progresar, y desahogarse, y abordar las fuerzas contrarias con empaque y toda la fría sangre contenida.

Sigue. Sigue toda la supervivencia. Manuel Vital ha logrado ser un consolidado conductor de autobuses urbanos, y todos le admiran y respetan. Pero los poderosos de la ciudad y las leyes de la nueva tierra autóctona, no les contemplan y les engañan y ningunean. En el fondo es la historia del movimiento y del progreso migratorio.

A Manuel Vital, se le ocurre el efecto audaz de una prueba que tiene dos caras y que apunta a cruz. Y por eso, antes de hacer nada, sigue pensando y canturreando el cante jondo de Antonio Molina o el sonido inigualable y fino de Valderrama.

Y Vital toma un autobús y hace un alarde. Logran subir por la montaña escarpada a bordo de su nave urbana, y sus compañeros de lo social y valientes, le ponen maderas a los agujeros que pueden romperle las ruedas de su hazaña social. Y con su decisión, demuestra a todos que hay cosas que pueden tener emoción positiva, entusiasmo, y siempre el mismo nivel de orgullo, convicción y dignidad. Y surge el discurso improvisado que es fruto de la alegría del triunfo del modesto frente al Goliath imbatible. ¡Barcelona! ...

Tras los castigos a Vital y a los suyos, el hito y el mito abren paulatinamente las conciencias. Y la Torre Baró tendrá su línea urbana de autobús, y atrás quedarán los sobreesfuerzos para llegar a la casa a las personas y a las mercancías. Y a través del trabajo crecerá la gran ciudad, y se hará más grande y más rica, y se demostrará del todo que sin coraje nunca podrá haber paraíso.

-EMOTIVO FILM.-


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