domingo, 10 de septiembre de 2023

- TREPIDANTE, HETERODOXA ... -



Oportuna, la vida como un juego contradictorio, la sorpresa, el salto acompasado, la libertad carpetovetónica, la belleza como azar y grito, Sevilla en la rosa roja, estupefacción, cantos en el aire, soplos que vienen del mito calé, aventura en el coño, pinturas alejadas de la dulzura de unos sueños. Y, ¡se acabó! ¡Se acabó! Se acabó, ¡joder!

Canallas y ruidos tormentosos y silenciosos, el sexo en la calle, la atracción y la transgresión que viene de la valentía y de la represión. Ojos, ojazos, ojazazos, miradas, dureza, revolución, canto heterodoxo, y la vida niña que desapareció del modo inesperado, la hija ausente para siempre, los demonios que salieron a la vida para hacer la muerte, los lloros perennes y las muescas en el alma, la cara tras levantarse de la cama, María Jiménez, ¡todo puede acabarse!

¡Mierda! Aún era joven. Claveles y plantas, flamenco, cuna y raíz, echadores de cartas, batas de cola y colores, creatividad femenina en el atavismo del beso bonito de una mujer y una vida. Juventud y puto cáncer, cuestión de pensar poco y bien; una guerra de inercia y de impulsos.

Cabello largo, grito alocado, vida espontánea y de barrio, cuando las chicas crecen y besan a los mozos, y cuando llega el requiebro y el piropo, y las gentilezas machistas, el amor se hace lengua compartida y placer, atrevimiento y que no te lo cuenten. La carne deseosa hace que sigamos todos aquí porque todo es más simple que una casposa teoría revivida. Solo todo es amor y piernas largas.

Rivalidades y cabrones. Errores y llantos que saben a lejanía y a verdad. Malos tratos, muchas hostias físicas y al alma, recomponer el colorete y la sonrisa, árbol de mujer, ovarios de acero e incomprensiones, serás mala mujer porque tendrás el vicio de no callarte ni el más mínimo pensamiento. ¡Libertad aguda y punzante! ¡Como debe ser!

Legs longs y rodillas de oro. El cuerpo. El cuerpo es tan natural como un paisaje cantábrico o más de punta que la Giralda. La Jiménez hizo lo que pudo y lo que le dio la gana. Ahora, unos flamencos atarantados y bellísimos se tiñen de negro y le honran el adiós. Como hacen los japoneses y el taconeo importado de Híspalis. Averroes el Sabio y el mago Séneca. Triana es el misterio que nunca has de saber. Como la alegría que brota por los bordes de un río que besas y refrescas.

Jiménez fue insultada y pegada. Golpes, brutalidad y complicidad del contexto. Bendita bruja blanca que quiso poner las cosas en su sitio y a su manera. Carros y carretas en su entierro. María se hubiera levantado desde la multitud fúnebre y les habría aplaudido cantando su canción desgarrada. ¡Fue libre cuando no la vejaron! ¡Olé!

¡Acabarse! Todo pasa y todo queda. El caminante que llega a los barrios sevillanos nunca vuelve a ser el que fue. El río camina como un tren que lleva las aguas al pozo de la verdad. ¡Canta, María, cántame, cántanos!

Pionera. Abrir caminos. Partir de copla en copla hasta un bar de chupitos y de Sabina. Los poetas toman los atajos de la belleza para lanzar cañonazos de sinceridad y autenticidad. Y la Jiménez se hizo más hembra todavía y habitó entre nosotros. Al fondo se oyen ladridos que dicen ramera y malísima, imposible y políticamente nunca. ¡Joder! ¡Cabalgamos!

El amor. Delicioso amor de juerga. Todos los baretos del mundo se abren y nos invitan al alcohol mágico de lo que sí es felicidad. Y siempre es levantarse a las tantas y sin horas, y no contar nunca esa intimidad que a absolutamente nadie que no sea chismoso, importa.

¡Dios! ¡Ese Señor! ¡Quien sea! ¡La vida! María Jiménez ha tenido una poca más de setenta años para experimentar trepidante este invento siempre extraño que llamamos vida. Y gracias a élla, otras chicas serán versátiles y verán en el suelo las cadenas que ella rompió.

¡BESOS, MARÍA!
 

0 comentarios:

Publicar un comentario