jueves, 22 de abril de 2021

- PÉTREO, "MARTÍN MALÁN". -



Frío y extraño. Sorprendente y mandón. Suave aparentemente como un cordero, salvo que Martín Malán pierda la paciencia. E incluso si la pierde,-cosa totalmente infrecuente-, casi que no te vas a dar cuenta porque ni siquiera se va a despeinar.

Interioriza siempre, Martín Malán. Es vivido y desengañado. Nunca será lo que aparenta, y en el fondo es un insatisfecho infeliz.

Jamás le olvidarás cuando miente, cosa que es en extremo habitual. Pero lo más carismático de Malán es su porte quedo con el que intenta desconcertar a sus rivales. Porque M. Malán se ha hecho un lío y no sabe salir de ahí. Ha confundido sus dotes sofisticadas de mando empresarial, con la vida cotidiana. Como si los demás fuésemos sus empleados, y por supuesto que algo le deberemos.

Martín Malán duda aparentemente. Es más listo que el hambre, y estratega con experiencia todo lo que a su lado se mueve.

Sí. La estampa es cuando se quedó en el quicio de mi puerta. Es un especialista en los contraataques y le encanta poner a prueba la emocionalidad de los demás. Tipo de altos vuelos, más que selectivo, y nada campechano. Distante. Contenido como un intencionado zen, y con un agujero brutal de debilidad.

Procede de una familia de similar pelaje. Porque Malán es rápido y le gusta vivir bien. Y se encierra bajo mil blindajes para que no se sepa en dónde está, o qué hace, y por unos momentos piensa en la mujer de su vida, la cual se casó con él y luego huyó de sus artimañas. Ahora, se dirige a mí el rubicundo Malán:

- "Oye, me tendrás preparado el dinero, ¿verdad? ..."

Le conozco bien. Sé que si no existiera el dinero, Malán sentiría un vacío eterno. Seguro que piensa que ese dinero que me pide, ha podido sufrir cualquier tipo de incidencia negativa. Pero yo, le tranquilizo. Está el dinero.

Prefiere insistir. Malán no está mayor. Es, mayor. Nunca fue joven. Y eso que es un hacha para las cosas y sabe pensar. Y tiene una hija a la que nunca le va a faltar de nada mientras él esté. ¿Es buen padre? ¡Demasiadas preguntas! Porque Malán es insondable misterio.

No. No es campechano como a mí me gusta. Y no sabe sonreír. Todo es previsible en su protocolo. Sabe estar, sabe actuar, sabe hacerse el loco como pocos, te deja seco sin mover una ceja o un minúsculo músculo facial, y sus andares no son nunca apresurados.

Martín Malán es negativo no solo porque no se ríe, sino porque cuando en sus círculos cerradísimos lo hace, entonces descubres un nuevo Martín. Un Martín inesperado que casi está transfigurado y que nunca imaginarás. Se ríe como un pillo de taberna, como un vulgar, como un tipo sin estudios ni finura, como un desaliñado, como con astucia de risa floja que habrá de parar a la mínima que huela riesgo.

Rostro inédito, impávido, pétreo; inescrutable socialmente. Se dice de centro izquierda, pero lo que le apasiona es el placer de lo posible. No se le conoce mujer desde que se separó, pero a Malán le agrada mucho la belleza despampanante cuando se clausura la puerta de la habitación de un hotel. Nunca pienses que puede ser putero, o te la ganas ...

Martín Malán gana demasiado dinero y tiene demasiadas cosas. Aunque siente nostalgia del siglo XX. Por eso va en todo con pies de plomo. Quiere estatus y seguridad, y siempre le molesta el no. Es obediente con la tradición y guarda respeto a lo suyo y de lo suyo. Pero se siente atrapado inevitablemente en su jungla domada de oro. Y sabe que si sale de su lugar, pasará por un tipo incomprensible y hasta fallido.

Con el dinero ya en su mano, Martín Malán recupera el mando, la impostura y la manija. Y no parece tener prisa por irse. Y sus movimientos lentos lían al más pintado. Está deseando marcharse de mi casa y no volver más, pero eso parece difícil de demostrar. Lo tiene todo calculado y guionizado. Me impresiona su capacidad de apuesta por su ego.

¿EXISTIMOS LOS DEMÁS? ...

 

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