jueves, 7 de enero de 2021

- ESTADOS UNIDOS ENTRE SUS PROPIAS CUERDAS. -



Este país referencial y carismático,-los Estados Unidos de Norteamérica-, lleva tiempo perdiendo prestigio mundial y generando dudas y decepciones.

No son el cine. Esto no es Hollywood. Es, mucho más. Siempre ha sido y es, la potencia mundial más cercana y atractiva. Y ha ejercido y ejerce una enorme influencia en todos los países del mundo. Son nuestros ídolos musicales o cinematográficos, las referencias tecnológicas fiables, y la nueva cultura que hace ya muchos años que está en Europa. EEUU, es también una forma de sueño europeo. Siempre lo fue. Y cuando Hitler y los japoneses amenazaron las democracias, los estadounidenses vinieron a Europa con la idea de la libertad. De hecho tienen una estatua, que es mundialmente famosa e icónica. Su poder de atracción siempre está ahí. Inevitable.

A pesar de que su cultura es muy distinta a la europea, son sin duda el gran referente mundial. Lo que sucede, es que llevan tiempo desperdiciando el prestigio y realizando muchos pasos hacia atrás.

Mientras veía como unos desalmados asaltaban el Capitolio, y un tipo extraño se recreaba en el despacho de Nancy Pelosi, tuve la sensación de que aquello me recordaba a países menores y hasta en vías de desarrollo. Es decir, a bravuconadas, a ciertas pernadas, a grandes carencias estructurales, y a cosas de otros países a los que solemos llamar despectivamente, "bananeros".

Siempre ha habido mucho mito y mucha realidad en un Imperio que vive en el dinero y en las armas como gran geoestrategia del Poder en el mundo. Y eso se ha ido llevando por delante fragmentos paulatinos de consistencia y hasta de seriedad. Y mucha gente se ha quedado en el paro, y las producciones se han largado a países de mano de obra barata. 

Su último Presidente, ha sido bien sintomático. Un millonetis contumaz y arrogante, el cual siempre ha antepuesto sus dotes de Jeff a los de político aglutinador y considerado de todos los millones de estadounidenses.

Esa elección, no puede considerarse una sorpresa. Más bien, una consecuencia. Se podía ser Presidente de los EEUU y con diversas ideologías. Pero cuando llegaba a esa Casa Blanca,-que es una cosa parecida al Everest del Poder-, los distintos Presidentes acataban ese gran rol social y se establecían en unas líneas rojas impasables y delicadas.

Tenían más clase y saber estar, aquellos otros Presidentes. Aunque lo hiciesen real y rematadamente mal, había delicadeza y consideración institucional en sus actos y asertos. Trump rompió con todo eso, y convirtió a la Política hacia o en una empresa más. No anduvo con ambages, y la charleta del bar la puso en la tele o en el twiter. Y desde ahí, creó un peligrosísimo precedente: ¡El todo vale! ...

Estados Unidos es un país complejísimo. Siempre se exige estar a la cabeza de todo. A la vanguardia. Y eso multiplica la responsabilidad. O al menos, así debería ser.

La semilla de Donald Trump ha germinado en sectores poblacionales con pocas luces y esperanzas, que hacen de la violencia asociada a la libertad con que las armas de fuego circulan por el país, una especie de zombies sin sentido pero que se creen capaces de cualquier cosa. Que, todo parece importarles un pimiento. Como a Trump. Que afirma que Biden le ha robado las elecciones, y cositas así.

Sí. Me vienen al recuerdo esos países menores, que se acusan entre sí de tramposos y de ilegitimidades interiores y corruptas. Los países peligrosos de no fiarse ni de ellos mismos. En definitiva, los países pobres.

Estados Unidos no sería un país pobre. Al revés. Sería un país rico. Pero con enormes retos y esfuerzos. Como aglutinar a la emigración latina, o aceptar de una vez la legitimidad y los derechos de la raza negra. Y miles de retos más de unión y nunca de violencia.

Por eso este carismático y simpaticote volcán de influencia mundial, deberá dejar de guerrearse como dos boxeadores que se defienden en las cuerdas de cosas imposibles y absurdas. Está más que pendiente la unidad y la idea de la reconciliación de sus ciudadanos. Porque esto último debe ser siempre inevitable.

¡IMPRESCINDIBLE!
 

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