sábado, 8 de agosto de 2009

LAS PALOMAS Y EL OLVIDO

Es mi barriada.El "poblet" o pueblecito,como le solemos llamar los que siempre hemos vivido allí.Las fincas tienen un máximo de cuatro alturas.Limitamos con la gente pudiente,con la Gran Vía de Fernando el Católico.Nuestra cuadrícula geográfica se inicia en la gran arteria llamada Guillém de Castro.Es la barriada del Socòrs;Socorro en castellano.De la Virgen del Socorro. La iglesia de San Miguel y San Sebastián ha sido siempre el gran referente junto con el Jardín Botánico o las Torres de Quart.Y la plaza de dicha iglesia de San Sebastián,es conocida popularmente como la "plaÇeta".La placita. En uno de sus banquitos, se sienta cada mañana una mujer alta,con pantalones largos,con los cabellos demasiado largos y descuidados para su edad, y con una expresión entre orgullosa,resignada, y de persona que anda fuera de la realidad. Llega todas las mañanas procedente de una humilde pensión que hay cerca de las calles contiguas a la Estación de los trenes,se sienta, saca su bolsa de pan, y desde su afecto desorientado les da de comer una y otra vez a las palomas. Esta señora vive así todos los días.No conoce las estaciones del año.Hace las mismas cosas que es sobrevivir,siempre.Entre otros motivos,porque no sabe salir de su penosa locura.En verano se retira a su pensión cuando el sol empieza a arrear duro, y en invierno lo hace cuando ya la tarde empieza a apuntar sus primerizas sombras. El cura de la iglesia intentó ayudarla.Pero el problema era tan complejo que la dejó estar.Todos la han dejado estar.Y me llena la barriada de palomas al hacer con su pan de cada día que la población de tales aves se dispare sin control efectivo de las autoridades correspondientes.Las palomas son el único foco afectivo que ve la pobre mujer, y allá que todos los días, se la puede ver con el alimento en el interior de la bolsa que trae escondido en el bolso que habitualmente lleva en bandolera.Mujer en la semiexclusión. Al lado de la Gran Vía de Fernando el Católico,unos propietarios han dejado sus pisos al albor de la intemperie.Y las cristaleras de los ventanales están rotas.Uno de los pisos se ha convertido hace años en un palomar anónimo,en el cual las palomas entran,salen,se reproducen, y llenan de suciedad especialmente a todo el contorno.Enfrente de mi casa está dicho piso.El Ayuntamiento de mi ciudad valenciana ya sabe lo que sucede y hace lo que buenamente puede por resolver el tema.Me han dicho que tenga paciencia, y que lo arreglarán.Y que coja una silla y espere sentado . Mientras todo esto sucede,la mujer ida de los pantalones largos,gafas y cabello desmesurado,sigue caminando por un sendero olvidado e irreal.Como el piso del palomar anónimo.Como si nada pasara.Porque la fuerza del desdén del olvido, del encogimiento de hombros y de la comodidad, es a veces una energía que se impone con claridad al imperio de la sensatez y de la humanidad. -ES LO QUE HAY-

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