sábado, 10 de enero de 2015

- LA TENSIÓN DE PARÍS -



París parece un lugar atrapado por unas cámaras fijas de televisión que auguran un tiempo fatal. La tele hace un seguimiento y una transmisión como si fuera una serie policial en donde se busca el tiempo del héroe bueno. Los hombres de "Harrelson" de todas las Francias hacen su trabajo a la vista de la globalización.
De Canadá a Japón. Por todos los lugares se ven los sucesos en directo. El bosque, la imprenta, el público atrapado en el sobresalto, los rehenes y las sirenas que saben a peligro.
Horas y más horas. Parece como si los medios triunfaran a la viva audiencia y al vivo morbo. La descarnada realidad metida dentro de las casas de todos buscando un santo final y hasta esperanzador. Los fanáticos van a ser plenamente famosos antes de su final derrotado. Tendremos muchos datos encima de la mesa e iremos dándonos cuenta de lo fácil que es para un fanático descerebrado matar y causar malestar y destrucción.
Los medios de comunicación visual y el terrorismo. No sabemos apenas nada de lo que es el yihadismo, o la célula de Al-Qaeda, o no se nos dice la etiología y primeros pasos de la inquina de los radicalismos, y se nos ve raquíticos de reacción intelectual y hasta de voluntad política. Todo acabará en manifestaciones masivas y en recaudación de votos oportunistas para las formaciones fascistas y reaccionarias. ¡Ah, de los moros locos! ...
La tarde y la noche caen sobre París. Los periodistas siguen al pie del cañón. Las negociaciones y condiciones son interminables. Pero el morbo sigue ahí. Se quiere saber el final de las películas. La audiencia siente verdadera curiosidad y siempre le agradaron y estimularon las películas de acción y la sangre fresca.
Los majaderos han matado a los humoristas del Charlie Hebdo como si fueran unos paramilitares de la nada. Son jóvenes y dicen ser seguidores acérrimos del Profeta. Han estado en otras guerras y se han entrenado en la guerra de su vida. Son extraños niños de la guerra metidos a héroes vengadores de sus egos y futuros de desesperanza fútil. Están muy enfadados para lograr a ser máquinas sin escrúpulos. Psicópatas en acción.
En Arabia Saudí hay mucho petróleo y mal distribuído. Los Presidentes del mundo mundial deciden no tocar demasiado las narices a dictaduras crueles en engordadas de prestigio por el vil metal. Bin Ladden llegó a ser amigo de los Bush.
Marie Le Pen, quiere aprovechar. Quiere decir que todos los islamistas son unos locos peligrosos que quieren dominar el mundo y a su estilo. A algunos les convence tal discurso porque se está mejor en casa viendo la cámara fija de la televisión.
No queremos sobresaltos ni saber demasiado. Queremos matar moscas a cañonazos espectaculares que seden nuestras conciencias. Pero el mundo no debería ser tan maniqueo sino más tranquilo y reflexivo. El terrible y fueguino odio no nace de la nada ni se gesta en unas horas. Los salvajes pasan por procesos de adoctrinamientos interesados. Lo saben los mandatarios saudíes y los poderosos de todas las naciones del mundo.
Pero pocos quieren ponerle el cascabel al gato y deciden dividir el mundo a sus respectivas conveniencias económicas. Sin más. Sin arabistas. Sin saber árabe, sin entender los mensajes ni los choques, con parcheos recurrentes y defensivos, haciendo la vista boba; intentando pensar que esto se soluciona de un plumazo y tal. Y la tele sigue ahí.
-Y TODOS MIRANDO-

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