sábado, 29 de septiembre de 2012

- SOY CONTENTO -



Afuera en la calle, parece que la tormenta de agua y de viento es descomunal. Sí. Pero yo no siento ahora el exterior, sino la protección de mi libertad interior y cobijada. Me duermo.
Las primeras luces del alba, despiertan mi sacro y hasta tierno dormir. Sé que deben de ser las ocho de la mañana. Pero, también es secundario. Lo que sí sé, es que he pasado la noche en mi casa del corazón.
Me despierto un tanto anonadado, muevo las piernas y los brazos, no hay nadie en mi bella casa, pero no me preocupa demasiado el silencio. Qué más da el silencio ...
Me pongo en pie. Me siento bien y fácil. Esta casa ha sido habitada por mí, desde que nací. La libertad, embarga mi vitalidad y mis sentimientos. Estoy en el lugar que yo he elegido, con titubeos, desconciertos, incertidumbres, novatadas, y sobre todo, crecer. Ésa, es la palabra maravillosa que define mi despertar vital.
Puedo moverme por la casa con paso franco y tímido, con sensación de alumno modesto que se incorpora a la universidad de la vida, y que ya solo por eso vale todo la pena.
Afuera, ni resto de la gran tormenta nocturna. Qué importa la tormenta nocturna ...
El día de mí. Mi yo. Siento una energía casi desbocada que casi le sorprende a mi edad. Estoy en mi verdad y en mi lugar. Aprendiendo mi territorio en el mundo. Leyendo el libro blanco de lo que me espera, y contagiándome cada vez más de mí mismo.
Me voy al cuarto de baño, y tiro el agua fresca sobre mi cara hambrienta   de     futuro   ilusionado. Dejadme el reto, que voy a probarlo ...
El agua cae sobre mis ojos, y me acaricia la mente y la paz. Es el agua de mí, la que yo regulo y decido, en la que yo me autobautizo en un acto casi sorprendente de mágica realidad.
Despertar en mi vida, disfrutar mi tiempo y mi sueño, saltar sobre las barreras    y    los  obstáculos; decidir que las chicas y el pan saben a ilusión. Y, las plantas, y los árboles, y mi vida, y mis pasos en busca de una otoñal ropa de abrigo. Y todo yo que se renueva. Qué  importa lo que pueda haber afuera ...
Mi sorpresa, me lleva a escuchar una alegría interior cuyo premio soy yo. Soy contento. Estoy contento. Soy, y canto. Sí. Estoy canturreando algo. Casi sin darme cuenta noto  la necesidad de expresarme; de soltar un son de mí proyectado hacia afuera.
Y, quedamente, me pongo a cantar. No son horas de molestar a los vecinos, los cuales aún tardarán varias horas en levantarse de su descanso. Pero, no me siento condicionado ni ruboroso. Soy sincero cantando. No lo puedo evitar. No estoy haciendo sino respirar alegría. Y sigo, y sigo son forzar. Es muy difícil expresar con palabras el significado de mi plenitud sentida, y de sus derivadas. Éso, va por adentro ...
Mi vida. Mis canciones, mis despertares, mi bendita lluvia de otoño, mi beso de mí, mi casa y mi anhelo. Mi vitalidad de atleta de la vida y del culo inquieto. No me siento cansado,   ni dependiente, ni espero ningún amor de limosna. Sé lo que me sale. Y lo que me embarga son los huesos crecidos y mi paso convencido y claro hacia mi madurez y mi alegría. Sí. Ya sé que he de cuidar a mi madre senil, y sacrificar gran parte de mi tiempo de varón. Pero nadie me quita el baile de mis deseos. Qué importa lo que pase afuera ...
-MIL BESOS DE MAGO-

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