miércoles, 21 de marzo de 2012

- FELIPE, NIEGA SEGUIR EN LA MONCLOA -



Algunos años después. El ex presidente Felipe González, era entrevistado el pasado domingo por Jordi Évole en su programa de la Sexta, "Salvados".
Tiene ya setenta años. Pero yo le recordé siendo el mismo abogado convencido y potente, que clamaba desde la oposición y desde sus años mozos, contra Suárez, Aznar,      y    demás   contrincantes políticos.
Sí. Felipe está un poco gordo, es pizpireto, y tiene un sentido del humor muy particular. Sigue siendo un hombre muy inteligente, pero el juego socarrón y punzante del periodista Évole no iba con él.
Felipe estaba como en un busto lleno de bonsáis, pensando en que es grande y en que siempre lo será. Frente a la ironía inteligente del periodista catalán, González se subió a una silla o escalón, y se puso a mimetizarse elegantemente, y a hacerse el despistado.
Habló de bonsáis, y gesticuló mucho. No quiso nunca ser simpático, y mucho menos, ex presidente. No. Felipe no logra ser ex presidente. Es, genio y figura. Lleva el ego del   gran  padre, que para muchos sigue siendo en el Pesoe. Me da la impresión, que González ha hecho del Partido una especie de cosa personal y primera. Los otros, siempre van a ser los otros que llegaron o vinieron detrás.
Orgullo y distancia en Felipe a sus reconocidos setenta años. Jordi trató de entrarle por todos los lugares comprometidos, como un periodista tiene la obligación de hacer. Y González   se defendió hablando de bonsáis, y alardeando de gestos de maduro curtido y de viejo zorro que todo lo debe saber.
Por éso, me decepcionó. Felipe siente que no se ha hecho justicia con él. Me da la impresión que cree que se le tienen deudas sin pagar. Pero nunca lo va a decir. No. Felipe lo que hace es revolverse. Sí. Se revuelve con reflejos y con una cierta amargura. Sin concesiones    a    la  nostalgia, ni al pudo ser.
González decide que la vida ya no será como antes, pero él va a seguir siendo como siempre. El político más carismático e importante que ha conocido España, anda como escéptico de mil casos, y combativo con sus eternos enemigos o rivales.
Jordi Évole ni siquiera osaba acecársele. Felipe no admitía golpes de ingenio por si caso. No. El ingenio y el ritmo del programa debía marcarlo única y exlusivamente, él. Habló de la flaqueza de la condición humana, y de que una cosa es hablar de los temas, y que otra cosa es estar en el medio de la plaza y con los toros apuntando con los cuernos.
Sobrado, y con mucho yo. Así ví el otro día yo a González. Con Alfonso Guerra, ya no se lleva tanto. Felipe, está en  todo, pero trata de hacer ver que solo está silbando    bonsáis      y    masticando puros inadecuados para la salud, que le manda el viejo Fidel Castro. O, le mandaba. Está feo calzarse un puro delante de toda la tele. Lo reconoció.
Pero, no reconoció mucho más. Me dejó una extraña y hasta inquietante impresión. Dicen que sigue siendo muy talentoso e influyente. Mas no comprendo su genio excesivo. El genio potente y grave de su mirar. A veces, las personas son siempre así. Genio y figura. Él no presume de hacer nada excelso, pero si le dices que los demás pueden ser dioses, nunca te lo va a consentir. Seguramente es una pose defensiva, coqueta y necesaria de mi ex Presidente.
-NUNCA LO SABRÉ-

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