martes, 6 de marzo de 2012

- AIRE -



Me asomo a la ventana a respirar. Es la mañana y la luz prima. Me gusta y necesito, comerme a bocados la buena nueva. Ya es de día. Ya es de vida. Sí. Quiero sacar la cabeza    por     la ventana, y dejar que me acaricie el aire. Hache dos tú. Mi oxígeno ...
Necesito esa valiente realidad. Me levanto sobre mí y sobre mis miedos, y busco el trino de los pájaros libres que decoran la mañana de la primavera y del porvenir.
Quiero salir de la caja de represión. Desnudar mi realidad al viento de mi valentía y de  mi  identidad. Quiero encontrar un agujero, y mirar a través de él todo el universo por conocer. La vida.
La vida me llena y me lleva. La vida de la realidad, me reconcilia con el tiempo de la tristeza y de la resignación. Me gustaría ser una planta para estar eternamente en contacto con  el afuera. Envidio mucho a las plantas que crecen silvestres y hasta desafiantes, en el azaroso lugar que les da la gana. Las heterodoxas, que surgen en medio de un sendero dispuesto  y ordenado y que rompen la obediencia del cosmos, son mi tesoro y mi debilidad.
Bendita heterodoxia que concede la libertad. Aire. Sí. Aire puro, y agua que acaricia el aura de la profilaxis del alma y del espíritu. Quiero asomarme ahí afuera, y hacer que mi mirada se serene y pueda captar fotos que nunca atrapará un artefacto digital imparable y de última generación. Mis ojos libres. Mi belleza libre, mi personalidad sin correas ni quedabienes. Mi yo, en el visto bueno de un espacio alegre, vivido y necesario. La caricia de mi vida y de mí mismo. De todas y de todos.
Es el aire. La luz, la libertad, los ángulos imposibles y necesarios que deben rodear     el    decorado y hasta el sustrato de mi vivir. La mañana de mi vida me levanta en dirección  al camino que dirige la luz inteligente y natural de esa diosa estrella llamada Sol.
Quiero escapar rumbo a la felicidad en el barco imposible de la sorpresa, volar como los aviones y sin ruído camino de mí mismo y de los demás. Voy a respirarme el mundo, abriendo para ello las fosas nasales, en un ejercicio de estiramiento natural de la sonrisa de mi vida deseada.
Sacar la cabeza por el ventanal. Mojarme la piel y el pelo. Seguir vivo y con deseos intactos de vitalidad. Abandonar la osera oscura e invernal, en busca de un natural viaje de placer. Quiero partir camino de tí, de tu vida, de tus piernas largas en minifalda, perseguir a Manuela emulando al mago Alberto Cortez, y horadar la magia de todas las estrellas con mi fuerza y poder de ilusión.
¡Oh, aire! Nubes caprichosas, y horizonte de nuevo en movimiento. Cielo caprichoso   y bellísimo. Firmamento despejado que golpea con un beso mi cabeza desaliñada, mientras la luna llena se esconde huidiza pero amenazando con volver bien pronto de nuevo para sacar el brillo especial de sus noches añoradas y hasta eternamente enamoradas. ¡Hazte a un lado, noche! ...
Aire, luz, cielo, vida, caricia de árbol poderoso y feliz, manantial que va a brotar en medio de la sorpresa del agua que da sanidad, y toda esa paz de zen que esconde mis nervios y   mis ansiedades, y que hace que exactamente todo valga la pena.
No hagas calma, no te duermas demasiado, ama la brisa del mar, y escucha ese tú que siente el deseo brutal de salir de una gruta de cara al espacio exterior. Y sin necesidad de una nao espacial.
-AIRE, NATURALMENTE-

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