¡Por supuesto! Es, el deseo. Mi deseo. Me gustaría ser muchísimo más que Dios. Diosa y todo. Y haber hecho el mundo en los días que me hubiese venido en gana. Oye, si se puede hacer en cuatro días, se hace en cuatro días. O, en treinta y dos. O, en sesenta y ocho. Ser, más que Dios aún. ¡Oh, tela marinera! No ya Dios, sino más. Tener más poder y estatus que todos los dioses juntos. Olímpicos. Sí. No te engañes. Me hubiera gustado hacer los planetas triangulares, y la fuerza de la gravedad al revés, y caminar con los cabellos, y que el giro de atracción de Newton fuera lo más parecido a un vals de Strauss. O, mil cosas más. Todas. En vez de crear al hombre o a la mujer, haber hecho hermafroditas. O, las tres opciones de la libertad. Cuando me gustara ser mujer, entonces que me volviese femenino y me saliesen las tetas. Y cuando fuera ambicioso o caprichoso, poder disfrutar de los dos sexos a la vez. Y hasta hacer las conexiones, como hacen esos tardones electrecistas. Placer. Y, poder crearlo todo. E imaginarlo , y en seguida concretarlo. Y volver locos a los cuerdos y asesar a los idos. Y hacer ricos a los pobres, negros a los blancos rubicundos, mestizos a los puros, practicar sin temores el don de lenguas, y convertir a este bolígrafo en un chuche dulce y azul. Ipso facto. ¡Pues no haría cosas si fuese más que Dios! Haría mil cielos y mil infiernos a mi imagen y semejanza, y doscientos limbos decorados a mi forma de entender la estética. Que,¿si habría demonios y ángeles en mi mundo? Sí. Pero distintos a los ya conocidos.Y vampiros y vampiresas lesbis. Claro que sí. Y, fútbol. Yo haría y crearía un fútbol distinto, con campos de fútbol pequeños y vacíos, y con equipos de treinta y siete jugadores en cada uno de ellos y sin porteros. ¿Muchos goles?... Mis matemáticas creadas serían aún más militares que las actuales, las estrellas bajarían a mi jardín a besarme, y yo sería un ente inabordable. Llenaría de poesías todas las cajas B, y los paraísos fiscales serían lugar de esparcimiento para los niños inocentes. El Banco de Bilbao sería un gran parque temático, y mis pies las alas de una mariposa. La televisión flotaría por la habitación con solo mover mi dedo índice, y mil mágicos arabescos invadirían de sosiego mi ser. Pero, aunque fuese más que Dios, hay algo que nunca cambiaría, amor. Jamás. Sí. Hablo de tu mirada, de tus palabras de tu nombre pronunciado, o de tu forma de moverte. Fuera más que Dios o una modesta hormiga, me gustaría que siempre estuviese tu aura de afecto. - ¿SOÑAMOS? -
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