domingo, 12 de diciembre de 2021

- MANOLO SANTANA ABRIÓ EL CAMINO EXITOSO. -



Sus dientes al sonreír. A mi madre le hacía gracia esa sonrisa. Y a través de este gesto, mi progenitora supo quién era Manuel Santana. Y que había una cosa que se llamaba tenis.

Madrileño, inteligente y educado. Orantes fue mi ídolo. Y Santana, una leyenda mágica que se oía por todas partes. A Santana, por edad, solo pude oírle. Luego, le vi sus cortos y me encontré con todas sus hazañas.

Era un niño de Madrid, pobre, de la postguerra, y que tuvo suerte. Porque gente adinerada le arropó y le lanzó a la plataforma del éxito. Un chaval se convertiría en un genio. Ganar dos Garros, un Wimbledon y un Open USA, y en aquella época en la que los únicos deportes eran el fútbol y el boxeo, se puede considerar y sin duda, que una hazaña total. Y hubo un año,-creo que 1966-, en el que fue proclamado el mejor tenista del planeta.

Ganar Wimbledon, tuvo especial mérito. Porque en España no existían las pistas de hierba. Con eso está dicho todo.

España y el Deporte en aquella funesta y oscura dictadura. La fortuna vital acompañó a un muchacho con una muñeca deliciosa y versátil. Y a través de él, nuestro deporte comenzó a respirar. Se abrió a otras cosas. Al mundo. Santana fue ese pionero que parió nuestro tenis y que le puso en la órbita de la popularidad. Porque en mi país, amamos a los héroes.

Todavía recuerdo en aquella tierna infancia, que yo estaba debajo de una de aquellas enormes y decimonónicas radios que habían. Debajo de una que había en mi casa, me afanaba por ponerla fuerte y con vida, ya que era un cacharrazo viejo que yo no sé siquiera cómo podía funcionar. Seguía como un fanático a la Copa Davis. La Copa Davis era como un partido de la Selección de fútbol o como un combate de Alí o de Perico Fernández. Algo muy importante para mí. Algo mágico como una caja de zapatos la noche de Reyes. Y logré, a trozos, oír a los corresponsales de Radio Nacional, narrando los partidos de Santana, Orantes, Gimeno o Arilla. Y fue el único trofeo que le faltó a Santana. La Copa Davis. Pero lo mejor es que jugábamos las finales. Y la gente no prestaba atención a Dennis Ralston, Edison Mandarino o a Rod Laver, pero para mí aquello era como una aventura de viaje de chiquillo. Algo especial.

Manolo Santana puso el tenis en mi país. Sobre la mesa. Lo familiarizó, como luego lo harían con lo suyo Ángel Nieto o Seve Ballesteros. Le dio estructura y consideración al tenis. Y ese nuevo mapa mundi se expandió y cuajó. El periodista Juan José Castillo y su "entró entró", o el influyente y poderoso Juan Antonio Samaranch y sus Juegos Olímpicos. Todos amantes del tenis y del deporte. En Madrid, en Barcelona y en muchos sitios. Ya veis hoy a Nadal o Alcaraz. Tremendo éxito el legado de Manolo Santana.

Al retirarse, Santana supo posicionarse y promocionar en la tele y en mil sitios su deporte, el cual ya se ha transformado en un evento absolutamente popular.

Manolo Santana  fue el tenis, y un mago con la raqueta, y positivo, y un bon vivant, y amante de las mujeres, y saboreando la vida con pasión pero sin dar la nota o hacer estridencias.

Santana fue alguien muy querido en muchísimos sitios. Un personaje internacional, también marbellí, moderno, que dio muchos pasos acertados adelantándose a su tiempo en muchísimos aspectos. Director, organizador, y de todo del tenis. Un personaje realmente histórico.

¡GRACIAS, DON MANUEL!

 

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