viernes, 7 de febrero de 2020

- ESTÁ EN ALGUNA PARTE. -




Ella está en algún sitio. Y mucho más cerca de mí de lo que yo pueda intuir. Todavía no sé mucho de ella. Lo que sé es que no me gustará que sea feísima, o vulgarota, o chabacana, o irresponsable.
Puede estar escondida entre unos pinos, presidiendo un gran complejo comercial, barriendo una calle, laborando en un despacho administrativo, gozando de su libertad en una moto, una vecina de unas calles más allá, o una decisión de lejanía.
Ella está en la medida que sea mi deseo. Ella puede estar ya al otro lado de mi teléfono, o en la agenda de contactos, o en el cine viendo una película de Clint Eastwood, o en un concurrido gimnasio cercano, o paseando con su coche por la ciudad mía para curiosear las entradas y salidas a la ciudad.
Por ahora no sé quién demonios habrá de ser. Y cada vez menos pienso en un físico, en una lencería, en unas piernas espectaculares, o en un tipazo portentoso.
No. No es a eso a lo que aspiro. Aunque mi fantasía me pueda llevar a porfiar con bellezas impactantes y llamativas, mi ella no será de esas. Y lo que habrá de tener será sencillez, dulzura y bondad. Y, un poco de inteligencia. A las alturas de mi vida, la mayoría de los trenes han salido y están saturados de heridas, comodidades y hábitos. Soy consciente de que todo es sumamente difícil. Pero, nunca imposible.
Ella seguro que está. Y puede que lo sepa o que dude. O que me desconozca mis virtudes y mis defectos. Ella sabrá que no tengo apenas cosas materiales, que no pude vivir, que lo mío es tardío y precario,o que entenderme es casi más complejo que comunicarnos con dos idiomas bien diferentes.
Sí. Yo estaba el otro día en la estación. La de los trenes. Y ahí había continuo movimiento. Porque la vida es movimiento imparable. Y observaba a las parejas que se cogían de la mano y que se besaban con ilusión. Y yo, no es que quiera ser uno de esos, no, es que tengo derecho a serlo.
Solo puedo ahora ofrecer mi simpatía y mi corrección. Y tener toda la paciencia del mundo porque si ella decide ocultarse para siempre, no ha de pasar nada. Ella también es mi equilibrio y mi realidad. Mi naturaleza, mis ríos y mis bosques, mis zapatos y mis límites.
Ella no ha de ser una follamiga, ni un rollete tonto, ni una cosa rápida de resolverse en el placer. Porque mis aspiraciones son otras. Encontrar a una mujer real; de verdad. Poder ofrecerle una casa digna, y un ascensor, y la mejor de mis sonrisas, y otra barriada bien diferente a la que vivo, y un control en mis aspiraciones, y mil millones de nuevos acentos.
Lo mejor que puedo hacer es no pensar demasiado en ella, y dejar que el destino de Cronos lo decida todo. No obsesionarse o frustrarse porque ese anhelo se concrete. Dejarme que yo me mire a mi espejo personal todos los días, y sea capaz de elegir bien.
Mi pasado y mis circunstancias pueden ser un hándicap tan potente que haga la cosa imposible o inabordable. Y todo eso depende primero de mí. Y yo soy consciente. Porque es hermoso pensar en unas manos entrelazadas y en un beso de bocas de cariño, pero también he de pensar en el aquí, en el ahora, en el mientras tanto o en el después.
Hay que seguir con la velita del deseo puesta, y a la vez desnudar la realidad que me envuelve. Porque yo quiero dar a esa mujer exactamente lo mismo que ella a mí. E incluso más aunque no se note.
¿En dónde estará esa mujer si es que existe? ¿Debajo de un chopo?, ¿agachada al lado de un naranjo?, ¿mirando embelesada un cuadro de Sorolla?,¿dando clases de inglés en la universidad?, ¿siendo capataz de la fruta en una pueblo cercano?,¿latina que cuide ancianos?, ¿sevillana?, ¿del norte?, ¿del Atlético de Madrid?, ¿del Levante UD?, ¿aborrecedora de la actividad deportiva?, ¿amante de la naturaleza?, ¿activista valiente?, ¿veterana jubilada que en principio no crea en el amor?, ¿pura fantasía personal? ...
¡Ni idea! No sé nada. La clave me la darán mi salud y mi audacia. Mi honestidad y mis valores positivos, mi buen o mal fario, mi porfía o mi alegría.
-TODO MI YO DESNUDO-

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