miércoles, 14 de noviembre de 2018

- RUMORES A NAVIDAD -




Mediados de noviembre. Da igual. Se percibe y sin necesidad de prismáticos. El simple almanaque o agenda  te dice mentalmente que las navidades ya están ahí. Sin tapujos. Se observa en las caras que vienen de las mentes. En las actitudes. En casi todo ya está el rumor navideño.
La industria del regalo y de la sorpresa. La navidad de la previsión, del proyecto y del dinero, ya se huele en torno a las grandes superficies comerciales y en casi todo tipo de tiendas. Es un rumor, un olor, un aroma, una intuición, unas ganas de que llegue o de que se vaya ya, una estación única y especial dentro del corazón del consumo y con la excusa de los afectos y de las tradiciones.
Mola comprar ahora. Antes de que todo sea demasiado tarde, por oneroso o masivo. El juego de la sorpresa está virgen y fresco, y hasta puedes ahora amagar a que vas a hacer unas compras habituales más, pero te engañas a tí mismo porque ahora sueñas bastante más de lo debido.
La Economía se lo come todo y mucho antes. Se anticipa siempre a lo religioso o a lo caritativo, y se piensa en la suerte del dinero. Empiezan ya ha tiempo a llenarse las administraciones de la lotería. Objetivo, el Gordo. Una cosa de mayores con la que se solidariza ahora la clase joven. Ellas y ellos también juegan aunque menos.
Es tiempo de ensayo de villancicos en las corales, y mucho trajín de preparación, de marcarse obligaciones que se salgan todo lo posible de lo cotidiano.
Ahora gusta mucho más la ropa y el look, y se autogestiona lo que uno se va a poner o no cuando diciembre campanee la despedida del 18. El año viejo se castiga y contraataca palpando la ropa una y otra vez. Queremos querer y que nos quieran, pero esta vez un poco más. Las novedades vienen a ser como un poco más en todo. En vanidad, en hipocresía, en agarrarse a los clavos de las tradiciones y en inspeccionar lo nuevo que hay y lo que han sacado ahora.
Es el tiempo de la adquisición, de la equis en ese traje que favorece aunque valga cien euros más de la cuenta. Es tiempo de no quedarse atrás. De luchar por solidificar y blindar la apariencia actuativa y de emulación ante los demás.
Hay más gente,-o lo parece-, por las calles y con las mismas o parecidas rutas. Hasta los pobres sueñan en que no lo son tanto, la clase media se lanza a consumir masividad y huye de las conferencias o de los actos intelectuales. No se puede estar en dos sitios a la vez, a no ser que sea para hacer dos compras grandes. O tres. O, cinco ...
Mirar. Es tiempo de mirar y prever. Que no escape Cronos. Que no se vaya nada. Que el tren de la navidad nos pille en marcha con nosotros dentro ya de los vagones. Es el tiempo de hoy en mi país. Queremos estar más maquillados y guapos, sacar más fiesta de lo que sea, y hasta visitar a un pobre y esperar a que al menos una vez al año lo que quede de familia se tenga que reunir.
Lencería, turrones, peinados, carcajadas, comidas, gambas, la manía de la gastronomía, darlo todo y que le den a los días que vendrán, la nieve fría que huele a postal del pueblo perdido y original, sacar la efímera flor de pascua que siempre se jode aún siendo jardinero, el imperio del placer seguro, y el gran carnaval o cabalgata de bolsas llenas de sorpresas y novedades. Tejidos y langostinos, marisco de usura, dulces, y golosos, y gordos sin importancia, y a ser buenos que viene Dios, y a no pensar que es peor, y a mover el culo, y a llegar a casa derrengados sin un duro pero felices sociales. Sí. Noviembre está cada día más cerca del óbito anual. Y siempre queremos un final positivo en el sueño humano.
-EL EXCLUÍDO MIRA PREOCUPADO-

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