domingo, 4 de marzo de 2018

- CINE= "LA FORMA DEL AGUA". -




La dulzura del cuento que nos propone el director Guillermo del Toro, puede ser impasable. Es un juego de comedia que nos hace más sensibles y que nos transporta al diverso y siempre complejo universo ético y unipersonal. Somos personas con valores. O, deberíamos serlo.
Porque todos los cuentos mágicos cumplen esa misma función. La fábula y la imaginación; la piel sensible y la apuesta por lo novedoso y hasta foráneo están para eso. Para nuestra eterna ternura.
Eso es "La forma del agua". Poesía, ternura, victoria de la mudez frente al grito, aceptación de la otra realidad, normalización a nuestra manera de todos nosotros, y a la vez de todo lo que existir diferenciado fuere.
En esta formidable película, hay absolutamente de todo si somos capaces de querer seguir soñando. Porque esto es un sueño, y una magia, y un ritmo trepidante, y un musical, y un cambio eléctrico y brillante, y homenajes a las referencias eternas de ese invento llamado cine, y el triunfo de la Cenicienta y del buen Goliath, o del enamorado King Kong con la chica. Aquí, como en todo bonito sueño, siempre cabe todo lo que tenga un afán y unos valores, y un potente himalaya eterno que siempre será de amor y de deseos.
Nada escapa en este cuento que se narra desde la realidad y desde la potente y muda voz de una huérfana muchacha de la limpieza, la cual decide no tener miedo y que siempre que pueda buscará el bien.
El extraordinario personaje de Elisa, que encarna la actriz Sally Hawkins, no conoce nada más que no sea la libertad femenina y eterna de la audacia y el amor.
El monstruo, el extraterrestre, la criatura inicialmente temida, puede no serlo tanto. Y eso pronto lo ve "Elisa" en el cuento de Del Toro. En estos cuentos potentes en donde nunca habrán estigmas, se lanzarán dardos contra el poder y el maniqueísmo. Contra la guerra. Ante el agua que protege la vida y que es el mar inicial, ahí habrán todas las loas y las apuestas. Del mar vino la vida y todo lo posterior.
El mar es el gran padre escape y el gran liberador y salvador. Porque ahí está todo el agua, todo lo primigenio, esencial y básico. Que es lo que busca el director en esa espléndida demostración. Nada es pueril ni infante. Los cuentos son respetados. Los relatos creativos están cargados de elementos indestructibles y omnipotentes cuya misión no es otra que la de ayudarnos a ser felices.
Paradójicamente, en mundo confuso, el jefe de la seguridad puede convertirse en el tipo más peligroso que intente castrar toda nuestra pulcra libertad.
Eso es el cuento comediado y creativo. El imperio de lo que la libertad es capaz de generar para bien en nosotros. Ese no miedo de otro paradigma y de ese miedo no posible, nos ofrece todos los ingredientes para tenernos enganchados dos horas a la butaca.
Gana el cine y su espectro en este relato bello y de amor, de deseos, de sangre, de reacciones, de vísceras, de pugnas, de condicionantes, pero en donde también cabe naturalmente el humor de la ironía inteligente e hilarante, los tiros y los besos.
En esa bañera de las civilizaciones unidas y finalmente en el mar, Del Toro nos dice que lo único importante del todo es el amor. El amor natural, los sentimientos liberados y puros; el agua que todo lo impregna y purifica. Porque solo la Naturaleza y el bien se van a imponer siempre.
¡CHAPEAU!

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