Esta película francesa y ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes 2012, es de destacar en primer lugar por la interpretación de sus dos protagonistas, que son Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. ¡Demoledora! Drama descomunal y muchísima realidad. Ninguna concesión.
Los dos ancianos, se quieren. Envejecen juntos, hasta que la mujer enferma y se paraliza uno de los lados de su cuerpo. Su deterioro es lógicamente paulatino y progresivo. Pero el marido de la señora se niega en redondo a que le hablen de hospitales ni de residencias.
El personaje de Trintignant se afana en procurarle todos los cuidados a su amada mujer. Tout. Todo. Deja todo por ella. Lo da todo. Se dedica en presencia contínua y permanente a hacerse cargo de su señora, y con una dedicación admirable. No se arruga el hombre ante el deterioro de su mujer.
No le escandaliza la renuncia propia, o que no hable ni apenas coordine, o que se pase horas gritando socorro, o que duerma de noche, y todos los etcéteras que estas cosas conllevan. Fuerza mental.
La hija de ambos, aterrada, se acerca de vez en vez a la casa de sus padres, y protesta. Le dice que se deje de locuras y que lleve a su madre a un lugar más adecuado, y que no haga el héroe, o incluso que no tiente a hacer el bobo o el gilipollas.
Su padre, le responde a su hija que vienen las enfermeras a casa, y que él hace todo lo que se le manda para que la mujer tenga todo cuanto necesita. Absolutamente.
Desde un punto de vista literal, el personaje de Trintignant acabará siendo un asesino, porque viendo el fatal deterioro de su mujer y que su papel ya ha terminado, tras contarle un cuento de amor, le lanza las sábanas sobre su rostro y termina con su vida apoyando la fuerza de su cuerpo contra ella.
Sí. Desde una visión que no lleve aderezo ni matiz, esto es un asesinato como una casa. Mas el planteamiento del director alemán Michael Haneke, trata de ser comprensivo, que nunca justificativo, de la actitud y hecho final del anciano.
¿Calidad de vida en un hospital frío e inhumano o con su mujer entubada y sin que nadie más que él la vea y visite? La respuesta está en el aire y en las conciencias de cada uno de nosotr@s ...
Yo, no tengo opinión. No me atrevo a llamar asesino a este hombre que cuida con un mimo maravilloso y desgarrador y tierno a su mujer. Yo, nunca mataría, ni para aliviar en una eutanasia libre a nadie. Pero, ¿alguien más adecuado que el marido de la enferma terminal para decidir el final del ser al que ama con locura? ...
La palabra siempre es la misma. Depende. Depende de la conciencia personal todo. Dicha conciencia individual siempre va más allá de la ley. Si su marido no la hubiese matado, ¿la prolongación de la vida de la mujer hubiese tenido la dignidad suficiente? He de insistir las veces que haga falta: no me pienso pronunciar.
Lo que sí sé es que he ido a residencias de ancianos, y cuando les veo, hay algo que no me termina de cuadrar. Son lugares en los que puede oler a muerte en algunos ojos de terminales. A, abandono. Y desde luego, la mujer de la película de Haneke lo que no tiene es ni abandono ni falta de calor. Siempre está ahí su marido. Absolutamente, siempre ...
Realidad y audacia que traspasa los límites, es lo que tiene este film de una enorme calidad. La calidad de la realidad y del gran trabajo de los dos veteranos protagonistas. Quien les viera, parecería que son marido y mujer en la realidad y fuera del cine, y las escenas son las que siempre tienen lugar en los últimos momentos de las vidas. ¿Es un acto de egoísmo la acción final del marido, cuando todo su tiempo es su mujer en amor? ...
-DEPENDE DE SU OPINIÓN-
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