Alto, brioso y eterno, a pesar de sus cerca de ochenta años. Para el señor Eleuterio, fue un verdadero fastidio éso de la modernidad y del progreso. Y, lo es. Y lo seguirá siendo, hasta que doble y abandone el mundo.
El humor del señor Eleuterio, es amargo y de objetivos. Conseguidor y machista. Eleuterio se deja llevar por la coartada de la vejez , para poder tirar por una cierta calle de en medio, la cual de antemano a él mismo le sabe a falsaria.
El señor Eleuterio aún tiene mujer, y no está viudo. Pero, como lo fuera. Porque su mujer está físicamente muy cerca de él, pero de lo auténtico está lejísimos. Ojos que no ven ...
Eleuterio es un solitario insatisfecho que solo cree en la Virgen del Remedio, patrona de su Utiel natal. Pero no cree en la Iglesia ni en los curas. En bien poco cree el señor Eleuterio.
Apoyándose en un potente bastón verde y de madera, Eleuterio camina dos horas cada mañana en busca de su sueño imposible y reprimido. El sueño de la derrota y de lo que no puede ser.
Cuando ya no puede más y está cansado, entonces viene a buscar su extraña realidad e impulso. Le gustan las mujeres. Pero lo que le gusta de las mujeres no es su persona, sino su cuerpo y la idea del placer. Le gustan jovencitas, maduritas, exhuberantes, y esas cosas. Las viejas, no le hacen tilín. Quizás sea porque lo que huele a viejo y a su edad, le hace recordar que está casado y vigentemente casado, con una mujer.
¡Coño! Donde estaría bien el señor Eleuterio sería en su Utiel natal, y no en mi Valencia de la grandiosidad deslumbrante de los efectos especiales. Sí. Valencia confunde mucho a Eleuterio. No se adapta bien.
En cuanto ve mozas capitalinas, pierde el oremus. Tiene las manos demasiado largas, y las cuidadoras de los ancianos que acuden todos los días al Jardín Botánico, temen el descaro del viejo señor Eleuterio. Que,-con la excusa de la amabilidad-, las toca los brazos, y en cuanto puede, sus viejas manos buscan pícaramente partes más suculentas. Es mejor que el señor Eleuterio no se te siente al lado. Podrías reñir con él. A veces, tiende a pasarse bastante.
El señor Eleuterio, y su derrota. Su soledad y su sexualidad insatisfechas, su gracejo estratégico, y su natural timidez hasta que coge demasiadas confianzas.
Sí. Todos los días son lo mismo para el viejo señor Eleuterio. Andar sin rumbo fijo ni amigos claros, despedirse de su mujer hasta la hora de comer, y cogerle comida a los gatos y tirarla a los estanques del Jardín, para que acudan los peces y pueda divertirse viéndolos cómo salen.
Demasiado poco bagaje para el señor Eleuterio. A veces, confiesa que odia a los curas porque afirma que no trabajan, y que se quita el sombrero para los que marchan realmente a África a ayudar a los pobres.
-GENIO Y GAFAS NEGRAS, EL SEÑOR ELEUTERIO-
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