miércoles, 24 de febrero de 2010

- LA CARTA -

Cogí un papel en blanco. Traté primero de rellenarlo en vano; infructuosamente. No acertaba a ponerte lo que te quería poner. O me fallaba una palabra, o una coma mal puesta, o un punto y aparte inadecuado. No. Estaba bloqueado y decidí detener la mano, y dejar el bolígrafo en paz por unos segundos. Los que hiciera falta. Y allí, sentado frente al papel, dejé que las musas iluminaran el camino de mi sinceridad al escribirte. Hasta que finalmente me decidí a retomar mi discurso escrito solo para tí. Y para éso, me dejé llevar. Lo que saliera. Imperando lo más posible mi naturalidad. Decidí ser valiente y desnudar mi verdad,dejando a un lado las inadecuadas imposturas que solo te llevan al quedar bien. Nada. Allá que se me fué mi bolígrafo hacia la tinta, y la tinta a la textura desnuda del papel. Salió, todo. Todo yo. Todos mis deseos, anhelos, metas, ilusiones, timideces, defectos, balbuceos, errores flarantes, y hasta grandes aciertos. Sí. Te lo dije todo en una exhibicíón de desnudo auténtico, en el que se podía leer con claridad y traslúcida la palabra afecto. Porque eres mi amiga, mi muchas cosas, toda una mujer bien parida por tu complicidad y elección propia para mí. Fuiste todo, eres todo, serás todo,soñaré con tu todo, y hasta con tu todo lo más abiertamente imposible, María ... Y como te lo escribí, te lo plasmo y te lo pongo bien claro en el papel. Y después, vestí el papel y lo protegí, envolviéndolo con ternura y convicción en el interior de una carta.Tu carta. Y raudo y testarudo, decidí clausurar dicha carta, y marché hasta la estafeta de correos más próxima. Y todo lo demás, ya fue administrativo. Entré en la estafeta, cogí número, hice cola, rellené el papel con la dirección que ya sabes, y te puse dentro de un tren imaginario tu carta mía con destino a tí. De vuelta a casa, me sentí más hecho, más hombre; más sólido. Me sentí satisfecho, sonriente , alegre y coherente. Y te di las gracias por ser una mujer maga y embrujadoramente enigmática, y a la vez franca y abordable desde el respeto rey. En la calle, reinaba el viento. Casi un huracán zarandeaba mi Valencia, crispando por temor los rostros de los viandantes. Pero a mí no me importó. Te lo había prometido. -YA LO SABES-

0 comentarios:

Publicar un comentario