viernes, 26 de febrero de 2010

- EL SANADOR -

Por vicisitudes de la vida, recuerdo que en cierta ocasión me encontraba bastante bajo de moral. Che,eso que ves un agujero y no sabes por dónde salir. Lo veía todo muy negro. Y, llevado por la desesperación, decidí acabar de un plumazo con dicha angustia vital. Me fui a la Biblioteca Municipal, y me hice con un diario que contenía anuncios de sanadores de esos que cobran la voluntad. Baratito y tal. Hablé telefónicamente con él, y decidimos la cita. Según él, estaba capacitado para sanarme. De modo que allá que fui a la buena de Dios, y llegué a su casa, la cual estaba ubicada en la calle de Zapadores de mi Valencia, cerca del castizo barrrio de Ruzafa. Llamé a su puerta y me abrió en seguida. Su rostro era como de extraño, amargado, convencido, y distante a un tiempo. Tendría unos cincuenta años, y era alto y desgarbado;bastante flaco. Creo que se llamba Manuel y vivía con una mujer mayor,que todo apuntaba a que sería su madre. La mujer, recuerdo que me miraba con una cara significativa. Como deseando: entre que me fuera de allí, y entre que quería complacer a las cosas de su hijo el sanador.Como entre dos fuegos. El sanador presunto me hizo entrar en una sala y cerró la puerta. Y ante mis sopresa, casi no me dejó decir nada, y empezó a discursearme largamente. Asombrado, empecé a escuchar lo que me decía el sanador. Me hablaba de átomos, de interacciones celulares, de enigmáticos postulados bien difíciles de seguir desde la lógica y el sentido común. Un poco alucinante aquello. Recuerdo que yo guardaba silencio, y él esperaba infructuosamente a que yo le interrumpiera para entrar en el juego de su discurso sobre los átomos y las células. Y el sanador, seguía y seguía. No paraba su verborrea. Cuando decidió terminar, recuerdo que yo le dije: -"Y ahora,¿por qué no me cura?"... El sanador me dijo que tuviera paciencia y que pronto se produciría la curación. Y me convocó para dos días más tarde, tras cobrarme la voluntad. Yo, me fui de allí estupefacto. Recuerdo que dos días más tarde, intenté infructuosamente localizarle. Pero seguí e insistí, y algunos días más tarde di con él a pesar de sus reticencias siempre negadas. Me hizo pasar de nuevo a la sala, y comenzó a hincharme la cabeza con su discurso físico de células y átomos. Hasta que ya no pude más, y le volví a pedir que me curara ya. De repente, el sanador se levantó, volvió con un frasco de colonia, y me pulverizó el pelo con un profundo olor que debía ser el perfume de su propia madre.Y me dijo que ya estaba curado. Esta vez el que se levantó fui yo. Le volví a pagar la voluntad. Y decidí que no volvería más. Y sobre todo, que lo verdaderamente perentorio era terminar con la tremenda pestuza que me había inoculado en el cabello. No fue fácil lograrlo. -TOTALMENTE VERÍDICO-

3 comentarios:

hola soy nuevo en tu pagina y mi primer comentario es que no endiendo a que viene la historia que has contada y perdon por tutearte me gustaria que la explicaras para saber mas,gracias.

En primer lugar, bienvenido a mi página. Mil gracias por tu tiempo.Y espero que te siga
gustando mi blog.
En cuanto a la historia que cuento forma parte de mi libertad de creación,y al mismo tiempo la historia a retazos de mi vida.Si
te fijas, hay un apartado que se llama Mis
Vivires Familiares.En esta sección os voy
contando mis vivencias, pero sin ningún ánimo de moralejas. Simplemente, a través de
mis escritos,me váis conociendo mejor. No tiene mayores pretensiones la historia,dado que no soy tan importante.
Abrazos y bienvenido a mi blog.Gracias!

mago...a ver si era carlos jesús el sanador...fiu, fiuuuuuu

lord canciller

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