Me ayudó el silencio. Sidinya pareció darse cuenta algunas horas después de nuestro encuentro amical. Habían diferencias. En otras ocasiones, siempre había preponderado mi verborrea sobre el diálogo.
Y no es que esta vez todo lo entrenara mejor desde mi Valencia en Euromed hacia su casa tarraconense, sino que en el interior de mí estaba el decidido deseo de escuchar sus cosas, sus circunstancias, su actualidad, su tiempo distinto de ahora, mi posición ética, mi crecer, mi generosidad y mi adecuación ante una de las personas que más quiero en mi vida. Posiblemente, la que más ...
Sidi necesita congeniar y casar su orgullo dolorido con su talante de siempre. Yo, soy mucho para Sidi. El palazo que la vida le está dando es potente. Sidi quisiera recuperarse del todo en su autonomía, y al ver que no lo logra se pone muy triste.
Y no se abre fácilmente salvo que te quiera. Es selectiva, mucho, y tiene una tendencia de dignidad que la lleva al orgullo de la eterna mujer imparable e infranqueable. Vivida, y hasta capaz de visualizar el futuro, y por supuesto intuírlo. Como a mí me intuye, como a mí me sabe, como a mí me aprecia, como aprecia a sus hijos y le cae la baba con sus nietos, como adora la pintura abstracta y la originalidad, como anhela fuertemente recuperar sus estímulos y volver a sonreír como solo ella puede ser capaz de hacerlo.
No. Nadie debe saber que Sidi tiene unos tremendos dolores. Con que lo sepamos unos poquísimos, más que mejor.
Ella quería y se preocupa por su impresión que me causaría, y que yo la nostalgiase como aquella arrebatadora máquina vital que te puede hechizar a poco que se lo proponga. Pero pronto se le fue el temor. Me es igual la cara de su físico, o sus circunstancias pretéritas. La acepto como es, con todo mi potenciado cariño desde una palabra mágica que se llama amistad pura y sincera. ¿Qué más puedo querer? ...Debajo de la jaula de su periquito "Sandokán", Sidi tiene una terraza desde donde se divisa toda la tranquilidad y el paso de los trenes que simbolizan la vida que se mueve. El puerto de su paz y reflexión.
A eso de las cinco de la tarde, el sol besó nuevamente los cabellos de mi amiga, haciéndolos brillantes y atractivísimos, construyéndola eternamente juvenil y mágica. Lo es y será siempre.
Me contaba sus cosas y hacía pausas. En esas pausas habían lágrimas y toda la concentración de silencio de escucha. Por eso Sidi me contó su estar, su dolor, su final convicción de que va a saber convivir con todo esto que le sucede, y que finalmente los nubarrones que ahora le tiran tormentas dejarán paso a un anticiclón de estabilidad y de recuperación de sus emociones.
Acabó confesándome que lo va a conseguir. Que, más allá de sus movilidades, achaques o dolores, logrará una meseta necesaria y deseada que vencerá y se erguirá entonces sobre sus inesperados factores enemigos.
Reconoció que lo va a lograr, y que por el camino deberá dejar decepciones, gente que la ha fallado, deseos personales de fantasía, y que convivir con su realidad no es en el fondo más que una cosa que va a estar a su alcance.
Tiene los nervios de la ganadora. De quien teme que alguna puñeta más pueda desviar su rumbo hacia el placer de sí misma. Pero también pudo concretarme que podrán pasarle todas las cosas del mundo en su vida, y que en esos momentos también volverá a ser Sidinya y a sacar su tremenda y devastadora fuerza interior que casi todo lo puede.
¡ENHORABUENA!
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