Castizo, vivido y extravivido, Gerld es gracioso y arrollador. Presumido y exhuberante, sonoro y mal hablado con tacos inoportunos que le sobrevienen y de los que se arrepiente en seguida.
Siempre me pareció extraño. Está arruinado, se movió brillantemente en el mundo de los negocios, no paró nunca de viajar, rompió con su mujer, y su vida se abrió contradictoriamente cuando las luces y el oxígeno de la Democracia derrotaron por Cronos y goleada a las huestes del general Franco.
Gerld siempre fue contradictorio. Es su verdadera raíz. Cuando se le rompían los bolsillos del dinero a espuertas que ganaba, se decía partidario de otra ética más humana que es la de la izquierda que ampara a los que menos tienen.
Pero Gerld es envidia y ambición. Era demócrata y le gustaba el dinero, disfrutaba del golferío y de las señoras bellísimas y estaba casado, era vital e imparable, y un día su cuerpo le gastó una mala pasada.
La cabeza de Gerld es una wilkipedia de astutos acontecimientos y de actitudes reveladoras que hicieron historia en este mi país actualmente desgobernado llamado España. Se sabe muchas cosas porque es talentoso y cuando quiere, se ubica. Pero en su barba descuidada y en su voz aguardentosa hay bastante más tralla que la derivada de las fiestas que en su Madrid abrió el telón el alcalde Tierno.
El otro día le miré a los ojos y tosió nerviosamente. Como es un fondista y hasta trilero de la oratoria, se rehizo en seguida y volvió a ser el centro de todas las atenciones. Pero le vi gritar más de la cuenta refugiado entre su taco feliz y malsonante. Sabe apañárselas para gustar a las mujeres y especialmente a las más jóvenes que él. Porque las desconcierta gustosamente y ellas ven en él a alguien más que a un padre entrañable y de jolgorio. Le ven activo y sin tedio.
Gerld llegó a ser feliz y todo. Hasta que le asaetó un tiempo icónico y diferentemente real. Le detectaron una necrosis cerca de su pierna, y entonces va y parece que se curó totalmente y no ha vuelto a recaer.
Mas lo que yo nunca pude sospechar es que afirmase que él se movía bien con las energías y que era hipnotizador. ¡Más verborrea! Y tiende a creerse sus milongas si por en medio hay chicas atractivas y ambiente proclive.
Huye. Porque Gerld debe decantarse entre su frustración dentro del Sistema del dinero que le huele peor que a necrosis, o irse por los cerros de una nueva realidad energética más grata y hasta práctica. No quiere las relaciones serias. No es feliz. Prefiere vivir al día y que el santo sol puede salir todos los días por Antequera. O, por donde sea ...
Y con la edad que tiene, nadie puede hacerle ya una regresión que le lleve al interior de su propia realidad. Está tan lejos de sí mismo que lo tienes que aceptar tal y como es y con sus gracias, o sencillamente se levanta y se va con su música a otra parte.
Me he dado cuenta de que es tímido. Un tipo de mundo, más vivido que un magnate, juerguista irredento, embaucador profesional, y además timidón inicial. Sí. La vida es compleja.
Lo que le gusta a Gerld es la playa. En el medio de la arena pondría su dinero, su cervecita, sus chicas y hasta sus energías esas de la hipnosis y de la otra realidad. Porque más allá de la arena está el enigma del mar ancho y azul. Y porque con el mar nadie puede. Y crece, y con el cambio climático se mete para adentro y rompiendo las distancias hurga y penetra cada vez más desde la orilla.
Gerld es así. O al menos, yo así le veo. Y le intuyo tanto dolor interior que no se me ocurrirá inquirirle demasiado acerca de su verdadera personalidad. Sé que si lo hago le dolerá más que demasiado.
-UN ABRAZO PARA GERLD-
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