Sorami es coreana sureña, evangelista, vive en España, y estudia mi idioma cervantino. Es guapa, treinteañera y desenvuelta. Pero el desparpajo, es a su modo. Su sociabilidad es cuadriculada y temerosa, personal y hasta impositiva.
A Sorami lo que le convence es la idea del pecado. Mira con lupa aquello que pueda sonar a maligno o a trascendente. Y para justificar su autonegación, se ampara y refugia en sus costumbres y ancestros orientales. Pero ella no quiere saber que esto último no es más que su trampa. Su pared.
Dudo que Sorami cambie, a pesar de ser una niña. Es inteligente en materia económica. De hecho, tiene tal título superior. Y ha encontrado entre nosotros la posibilidad de proyectar su ambición. Si sabe español,-además de inglés y coreano-, sus posibilidades de promoción laboral para cuando vuelva a su país, aumentarán bien considerablemente.
Es una pena que Sorami prefiera las canallas del tú a tú, y que obvie la apertura real hacia los grupos grandes cuando es capaz por juventud y vitalidad de abordar a la gente diferente al salir de sus cultos teológicos.
Sorami es absorvente y muy cuca. Domina a la perfección las poses, y el mundo globalizado le parece una excelente excusa para divertirse en medio de su crecer.
Como a Sorami le caigas bien y se acerque a ti, estás perdido. Porque con sus bellos ojos rasgados te dará la sonrisa y la atención que necesitas. Y mientras hace que te escucha, teje una red defensiva y analítica que busca tus características y tus puntos flacos para soltártelos después a la menor ocasión que pueda tener. Guarda ases.
La coreana Sorami es ambiciosa y tecnología, dura consigo misma, y está necesitada de una real orientación que desprecia sumamente. Afirma no querer paternalismos, pero necesita la idea de su dios para que le resuelva bastantes de sus problemas y de sus sorpresas.
Y Sorami ve a un chico guapo,-rubio mejor aún-, entonces parece aparcar de repente sus ideales teólogicos y se mete con él en la conversación más exquisita y atenta. Sabe gustar Sorami para obtener su beneficio y su placer. Suma, resta, calcula y hasta divide.
Y Sorami suelta de repente unas risas de niña eterna peculiares y hasta mediáticas. Porque en el fondo su corazón anodino está lleno de amor y de alegría expansiva y hasta contagiosa. Mas nunca te va a decir lo que piensa de las cosas. Y mucho menos de sí misma. ¡Nooo! ...
Sorami siempre está a la defensiva, y se siente cómoda en el silencio. Y que el le hables solo a ella y que seas comprensivo y no le levantes jamás la voz aunque haya ruído. Prefiere no oír a oír demasiado fuerte. Entiende la fuerza de la voz como una especie de censura machista para sus sueños de mujer inocentona.
Sorami es una coyuntura y un adosado, una acaparadora de fotos de otro sitio, una chica de hoy que decide perezosamente pensar poco, y que siempre tiene las maletas preparadas para poner tierra por en medio si es necesario.
Cuando la llegue el amor, cuando vuelva a su Sur Corea, cuando esté de nuevo con los suyos y cuando trate de hacer realidad sus utopías, seguirá siendo una infeliz simpática. Y cuando tenga niños será una barbie de porcelana que amará todo a su chico, pero que en el fondo y cuando nadie pueda verla hablará por internet con los hombres más bellos e imponentes de su planeta personal.
¡OH,SORAMI!
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