jueves, 19 de marzo de 2015

- EL ATL DE MADRID ESPERA EL SORTEO DE CUARTOS DE LA CHAMPIONS -



Por penaltyes. Donde el azar y la fortuna reinan y se ponen volubles y travestis. Ahí logró el Atlético de Madrid eliminar a los alemanes del Bayer Leverkusen.
El otro fútbol. Esa cosa abrupta y compleja de la que hablaba el mito Luís Aragonés y que conoce a la perfección el Cholo Simeone. El partido de la vuelta y de los octavos de la remontada, iba a ser para gente que decidiera con más inteligencia y precisión.
Porque no fue un partido estético ni para la filigrana. La cuestión exitosa era no dar facilidades ni cometer errores. Casi todo había de ser territorial, como esa fiel y carismática hinchada que siempre acompaña a los colchoneros madrileños. 
Lo que mantuvo al Atlético en las opciones fue la seriedad de la distribución equitativa, el sudor y el esfuerzo, el conjunto y la humildad, la convicción y la lucha.
Estas virtudes parecen en ocasiones menoridad porque las cosas no se ponen brillantes ni mediáticas, pero se constituyen empero en una filosofía eterna. Los de Simeone se juntaron admirablemente y situaron los espacios de apoyo con la suficiente capacidad para abortar las intentonas alemanas de correr hacia la sorpresa o generar los desbordes.
Siempre había alguien, siempre una pierna, y un esfuerzo, y una ayuda, y un cruce oportuno, y una sensación de que esos once chicos eran un conjunto carente de fisuras y con toda la seriedad. Simeone les inculcaba honradez, astucia,soltura, no dar un balón por perdido y creer en ellos mismos.
Ya no tienen a Diego Costa ni a Felipe Luiz, pero aquí solo ha de importar la camiseta. Tampoco está Villa anque esté Torres, la calidad individual no ha de ser la de antaño, y las florituras y los golpes geniales han de espaciarse y relativizarse. Pero el Atlético de Madrid supo arremangarse y no perder la concentración en los 120 minutos de lid, y remató en la tanda de penaltyes.
No es un equipo especial, pero tampoco va a dejar a un lado que tiene sus peculiares armas de ganador. La lucha fue en la gran melée del centro del campo. Sin darse un centímetro de oxígeno, los alemanes del Bayer se dieron cuenta de que aquello era duro y sufridor. Los atletas teutones enfrentaban a un equipo serio y consistente que les soplaba en el cogote y miraba con orgullo de creerse posible ganador. En todo momento.
En el lío de las cortas distancias, se gestó todo. Allí se comenzó a jadear y a padecer el calambre o la lesión, el resuello y el sobreesfuerzo, las incomodidades y los bienestares. En el orden posicional se fraguó la seguridad atlética y en la asfixia de la araña de Simeone se estrelló el trabajador y honradísimo equipo germano.
En ese ambiente obrero y cierto, y al consumarse el nuevo éxito de los de Madrid, el Vicente Calderón se volvió Joaquín Sabina con su hitmo que habla en sus estrofas del sufrir, del palmar, de las nubes y del cielo. De las cosas del fútbol en forma de sentimientos auténticos. Del cariño a un sello.
El fútbol a veces no ha de ser un  show time ni una gran superproducción hollywoodiense. A veces los ganadores han de ser gladiadores del salario y soldados de los colores de la camiseta que se ponen. Un solo error te hace llorar, un despiste te manda a la vil miseria, o un fallo calamitoso abre el silencio de la derrota y de la tristeza en la que muta la impotencia.
El Atlético de Madrid ya no juega como antes, pero sigue siendo una escuadra competitiva y de cuidado. Su rival de mañana, habrá de sudar igualmente para aspirar a eliminarles.
-HONRADEZ Y PROFESIONALIDAD- 

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