sábado, 14 de febrero de 2015

- CINE: "DIOS MÍO, ¿PERO QUÉ TE HEMOS HECHO?" ... -



En esta divertida comedia francesa se pone de relieve la crítica desde el aparente humor situacional. El racismo y las hipocresías. Una familia rica francesa cuyas hijas elijen maridos de otras razas. El chino, el judío, el árabe, y próximamente, el negro.
Imparable. Todos los clichés y los prejuicios van saltando a trocitos cuando llegan los sentimientos y las afinidades. No debería pasar nada. El amor es natural y no conoce de razas, ni las costumbres ancestrales pueden lograr hacer el drama.
En realidad es una comedia de idealidad. Ojalá pudiera ser así en la vida real en donde las tensiones aparecen como irreconciliables y enfrentadas definitivamente. Es una propuesta aguda y valiente, en un mundo lleno de odios y de distancias. Es una apuesta por la cercanía y la tolerancia.
El humor y la aceptación. El amor. Las chicas se enamoran de chicos de otras culturas y de otras tradiciones. La integración de la inmigración en Francia y en clave de sentimientos amorosos. Sí. Las cosas están por ser posibles. E inevitablemente acabarán siendo posibles.
Que, si los judíos cortan los prepucios a los niños, que si los chinos no tienen sentido del humor, que si los árabes y sus costumbres, o que si el tabú de la negritud por parte de los blancos. La idea será que todos sean franceses y canten juntos la ciudadana "Marsellesa". Hermoso y real.
¿Qué lleva a una chica de la alta sociedad a ver en un negro marfileño, con coletas y bohemio, al hombre de su vida? El misterio imparable de los sentimientos amorosos. Son jóvenes, y se gustan, y se miran, y se aceptan, y dejan a un lado sus contextos, y se besan, y se tocan, y se aman y nada pasa. ¿Qué iba pues a pasar? ...
Un mundo respetuoso sin razas ni cortapisas a la naturaleza del amor. Y lo curioso es que mirado fríamente lo que es menos entendible es que en la cotidianeidad de los impulsos en el mundo, parece irse por otros derroteros. O, no tanto ...
En realidad lo que estropea y fastidia, es el sacro poder de las costumbres y de las instituciones. En las relaciones de parejas interraciales aparece un espectro apasionante y necesario. Todo se desvanece y cae solo con un beso o con una cogida enamorada de las manos mutuas.
Parece que lo establecido es una broza de obstáculo y de puñeta. Y no al revés. Todas las rivalidades y las identidades se suavizan y cohabitan, crecen, cuando desaparecen los recelos y emerge la buena disposición.
La Francia mediática y de los sucesos truculentos, no parece estar para las laxitudes o las aperturas. Por eso esta simpática película quiere oportunamente demostrar que con buen talante las cosas se han de ir domeñando.
Rivalidad no es imposibilidad del trato. Por eso nos reímos siempre con ironía de las situaciones que se van a plantear. Porque en el fondo somos todos racistas hasta las trancas, y nos cuesta del todo hacernos a la idea del respeto y la aceptación de los hechos diferenciales.
Cuando ves la película graciosa, te puedes reír mucho. Pero sabes que en la vida real todo compromiso de aceptación va a suponer un sobreesfuerzo y hasta un meterse en líos. Parece adversidad lo que es naturalidad, y recelo lo que no conocemos. Por eso el cariño auténtico rompe más barreras de las que podemos imaginar, y entonces un universo de novedad nos coloca en el vértigo de la corrección y de la inteligencia.
Por eso la gente se ríe y muchas veces defensivamente. Porque el humor y el sosiego son siempre una mágica vacuna contra el miedo y los rechazos.
-AMABLE FILM-

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