sábado, 7 de febrero de 2015

- AHORA, ME TOCA -



Esa tía me fastidió la juventud. La puta manía de que nos casáramos y por la Iglesia. Yo era un niño corderito y más que enamorado. En realidad no nos conocíamos de nada más que de soñar en Disneylandia y de bailar tontadas como hacen los inexpertos. Si llego a saber cómo ella se las gastaba, otro gallo me hubiese cantado.
No se pueden decir más mentiras de las que me soltó para engatusarme. Porque esa lagarta precoz solo quería apropiarse de un dinero que sinceramente yo ganaba a espuertas en aquella ya lejanísima época. Deciséis años de mentiras oficialmente casados. Y se me puso lapa quedándose estratégicamente embarazada de mi tesoro niño que hoy ya es un chavalazo, diciéndome y casi llorándome por la idea del reforzamiento y la resurrección de nuestro hipotético y estupefaciente amor.
No me hizo ni una a derechas en los dieciséis años en los que fui su pelele amado. Nunca la perdonaré porque no se lo gana. Se ha quedado con mi piso, me ha dejado tocado de money, estoy casi en el paro, vivo de lo que entonces trabajé, y sigue y sigue ganándose mi rechazo. Pero al menos ya no se le ocurre decir a nadie que me quiso.
Por lo menos de vez en cuando se le escapa alguna realidad. La tengo un odio que nunca se me irá. Y lo más saludable que me queda de ella es que es el pasado y la experiencia atada que no volverá, y que me hizo ser el joven más decepcionado y triste del mundo.
Y tías como ella sé que hay a punta de pala. Legión. ¡Multitud! No supe verlo. Estuve totalmente en la babia, y a bien que ella se dio cuenta. Por eso ahora hay gente que nunca me entiende y que nunca se explica mis cosas. Están acostumbrados a verme como el papá y el yerno impecables. ¡Y unos cojones para todos! ...
Todo ha cambiado. Mi camino está a años luz de aquello. Mi otra galaxia consiste en recuperar todo aquel tiempo de mi vida que no pudo ser.
Ahora, me toca. A mí. Me voy de juerga en cuanto puedo. Y esto es apasionante. Me encanta la noche, y la bendita golfería, y el sexo más que nunca, y el darle al alcohol, y bailar, y tontear, y admirar a la grey femenina a mi manera. ¡El catre libre! ...
No puedo soportar demasiado los extraños silencios ni las conversaciones serias y resposadas. ¡Las detesto! Ahora me muevo entre chavalas de buen ver y de toda edad. Cada noche busco la más guapa y la más exhuberante, la menos formalita y la más evidente a la que la marcha le va.
Navego en el fluvial campo de los no compromisos, de las borracheras, programo mi vida de cara al ocio de fin de semana, y de en medio de la semana, y de lo que haga falta. Porque yo ahora necesito la noche, y follar sin pensar y sin consecuencias, y si te he visto no me acuerdo, y más birras, y velocidad en la carretera, y estoy desengañado de todo lo que suene a trascendencia y a verdad. Tras la seducción siempre hay un ardid para que alguien como mi ex me la vuelva a intentar hacer.
Pero ya me sé las lecciones amargas cuando la evoco a ella. Me lo sé todo del dolor, y prefiero la diversión, y el desmadre, y el desorden, y la desfamilia, y ser un desyerno, y si se me apura hasta un padre horroroso y de perfil bajo.
Mi nueva soltería me permite realizar mis asignaturas pendientes y descubrir que me perdí ojazos, y piernacas, y lunas locas, y femineidades todas, y otras formas de hacer el fornicio, y nuevas posturas de desinhibición y de placer. La vida me ha enseñado a lanzarme ahora al río totalmente desnudo y lleno de pececitas mágicas por todas partes.
Soy un pescador de presentes, de momentos intensísimos y fugaces, tengo los teléfonos de muchas chicas, y no me interesa saber casi ni cómo se llaman. Ahora estoy en el postre y en la cosa golosa. Me encanta engordar.
-Y ME DA TODO IGUAL-

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