Ya es caballero de los campos ingleses. Ya sabe lo que es la cultura rancia y originaria del sabor del fútbol. Se ha licenciado en otros lares y retos, y no ha salido mal parado. Su nombre es Rafa Benítez, hizo en su momento campeón de Liga al Valencia CF, y va a ser el nuevo entrenador del Real Madrid tras el descalabro total 2014/2015.
A eso se agarra Pérez. A las matemáticas de su hegemonía. Pocos dudan de la clase de Carlo Ancelotti. De su capacidad para desterrar y fumigar los malos rollos y hacer diplomacia. Pero se antoja insuficiente. Solo con educación no entran las garbanzos del éxito. Y está el apremio constante en las urgencias históricas e inmediatas del Real Madrid. Lo de este año aparece como intolerable e inaceptable. Un cero.
Ahora toma los mandos y los muebles el estudioso y conservador Rafa Benítez. Todo un obseso y apasionado del fútbol en todas sus variantes. Un currante de luxe para una nave enorme como el acorazado de Bernabéu.
Hay muchas dudas. Rafa Benítez es sobre todo un hombre de resultados y nunca de teorías excesivas. Es "capellista", de poca concesión a la orla, y de una apuesta hacia la preferencia por el sudor de las camisetas manchadas de intensidad.
Por eso hay dudas. El Real Madrid mata mucho y no digamos ahora. Rafa va a tener que jugar la Liga, la Champions, la Copa del Rey, y la lid contínua con el periodismo. Y las decisiones que no va a poder aludir, requieren de mucha responsabilidad y también fortuna. Nada le va a ser fácil ahí a Benítez.
Es seriote, no tiene carisma de atracción, no quiere apegos, y prefiere una personalidad de distancia desde cuya atalaya actuar y producirse para bien o para mal.
El salto mortal de Benítez y su osadía, han comenzado. Hay gente que nunca le tragará y otros que le necesitarán para lograr éxitos. Pero el fútbol de Benítez ha sido por ahora el justo y necesario. Entiende este juego como una total estrategia en la que solo unos pueden reír con un trofeo en la mano y se llaman ganadores. Lo otro no le gusta porque lo sabe mentira. Y Benítez será antipático pero no tonto.
Aceptar entrenar a Cristiano y compañía ha debido ser para él un debate interior permanente. En España hizo campeón al Valencia y le metió en lo más grande de su historia reciente. Pero en mi ciudad siempre hay gente que le ningunea y le busca el pero. Nunca hubo consenso con él.
Ni lo habrá. Benítez es el otro fútbol. El de la modernidad y el de su modo de ver las cosas. Su trabajo. Esto es para él una escuadra, un cartabón, una consistencia física, un dominio del tiempo y del orden en el terreno de juego, y una nueva dedicación técnica basada en los metros y el sudor constante.
Correcto. Benítez será correcto con la prensa. Y orgulloso y propio. Nunca hará dulzuras. Ni a los más cercanos. Pondrá la distancia que siempre pone cuando sale y que le gana apelativos de tipo gris y antipático. Por eso la apuesta firme del mecenas Pérez tiene cosas consistentes y otras en extremo arriesgadas.
Porque una de las cuestiones que siempre quedará en el Damocles de los balances situacionales será si Pérez hará más caso a sus vacas sagradas o a su casi virgen entrenador. Por ahí pasa y pasará el futuro de la estancia en la casa blanca de Rafa Benítez. Nada nunca sencillo.
-DEBERÁ GANARSE LA SUERTE-
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