martes, 9 de junio de 2015

- EL BARÇA SABOREA EL PLACER DE SU QUINTA CHAMPIONS -



Euforia reciente y total en las calles. Berlín ya es una nueva conquista azulgrana. Ahora toca el placer y la gratitud de la celebración exitosa. Ahora, la calle, y el barcelonismo, y el grito, y la reinvindicación, y el catalanismo, y los héroes de la mítica y carismática zamarra. El escudo y el sello de los ases de La Masía y el dinero.
Ya no existe la Juventus, ni siquiera el pase maravilloso del dios Messi que casi caza Neymar, ni el pase de Iniesta para Rakitic, ni la oportunidad de Suárez ni la magia final del joven astro Neymar que se consagra. No vale casi ya ni el 3-1. Ni las jugadas, ni el orgullo de la "Vechia", ni casi nada de lo que pasó en el mismo Estadio en donde los nazis rabiaron ante el gran Jesse Owens.
Ahora solo vale gozar y presumir, y vindicar la camiseta, y hacer Cataluña en fútbol, y meditar lo que tenía de malo Luis Enrique como para no confiar en que nos pasaría el triplete. ¡Todo! La Liga, la Copa y la Champions. Absolutamente son momentos para dejarse ir y utilizar la sorpresa positiva, y hacer gala de haber vivido lo que se vivió. Inolvidable.
Sigue. Sigue la cosa que empezó Cruyff y que pionerizó la vaca sagrada Koeman. Porque el mago Guardiola enseñó todas la tablas de la ley del fútbol y cambió la historia de un club potente pero un tanto tímido para con los éxitos internacionales y mundiales.
En La Masía se inventaba una seda especial y vistosa. Una marca propia de llevar bien el balón pegado al pie y a la posesión. La tenencia y la técnica se sumaban a la velocidad del balón rápido y pasado al primer toque. Fueron los años del "dream team" del pater Pep.
El fútbol de Can Barça lloró el fin del ciclo del noi de Sant Pedor. Siempre nostalgiaremos aquella maravilla de fútbol de orfebrería que semejaba ver jugar a Tostao o a Pelé en los años sesenta y setenta. ¡Lo más! ...
La rehostia de aquel fútbol mágico y casi imposible marcó el orgasmo y el culmen de todo deseo de los aficionados de Cataluña y de los simpatizantes del fútbol del agrado y del contramourinhismo.
Tras el rechazo final al teórico y abúlico "Tata" Martino, se quiso abrazar el pesimismo del vacío y el desdén de la envidia. Nadie creía demasiado en tripletes futuros y todo parecía cosa de los Reyes Magos cuando se apostó para la dirección por el racial y conflictivo astur preparador.
Parecía una quimera. Y Messi vomitaba extrañeza y hastío. Y cuando todo estaba en contra, el FC Barcelona logró rehacerse de nuevo para el oropel del olimpo total de los súperganadores.
El mal rollo general dejó paso a la mejora imparable. Piqué volvió a la profesionalidad y la defensa dejó de ser un juguete. A pesar de la decadencia física del maestro Xavi, aún quedaban todas las sexys sorpresas y venires de gozo y fortuna.
Se ganó todo. Se dejó noqueado y sin entrenador al Madrid, hubo pax en el vestuario, buen juego en el césped, goles de Suárez, y Messi la lió hasta la locura de la perfección.
La inercia del deseo y del placer se dirigió camino de la realidad. Todo éxito. Todo placer. Todo azulgrana e imabatible, todo seguridad, y temple, y madurez, y un gran bloque, y un sobresaliente a los nuevos, y una Matrícula de Honor, y que les quiten lo bailado, y que alguien ose aguarles la fiesta irremediable, y los males podrán esperar, y las mujeres tienen siempre piernas kilométricas y los varones musculados deltoides. De modo que a renovar el pase y a seguir la sonrisa.
¡QUINTA CHAMPIONS!

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