lunes, 25 de mayo de 2015

¿ ESTÁ ACABADO RAFA NADAL ?



Veintiocho años. Ley de vida. El juego del mito Rafa Nadal se vuelve plúmbeo y repetitivo, previsible y tremendamente irregular. De no fiar.
A las puertas de su amigo Rolland Garros, su competir inquieta y tala toda la confianza de otrora. El imperio de las dudas negativas revolotean cabronas sobre su carisma. Cada partido será un ágape para los pesimistas y destructivos, y por ahora poco pan para los que solíamos pensar que con Nadal en pista aquí todavía nadie cantaba victoria hasta el mismísimo y enésimo minuto final.
Rafa lo ha ganado todo. Ha de ser duro para un animal como la exageración de todas las victorias verse derrotado una y otra vez y ocupar lugares menores en el ránking mundial. Ha de ser jodido verse cómo no le corre la bola como antes, que la felicidad y la sonrisa concentrada parecen haberse ido a pasear a la playa de la nostalgia y de ese transcurrir eléctrico que todo lo devora.
El tenis es una máquina de triturar dioses intocables y llevarlos al bochornoso sendero de la vulgaridad. Y en ese momento los ases galácticos saben parar y volver a su dignidad intocada. Y deciden el adiós entre emociones y entre deseos de no decepcionar absolutamente a nadie. Los dioses desean un recuerdo de estampa sexy eterna y nunca una cara de vinagre. Porque la decadencia siempre es una injusticia.
Veo a veces jugar a Rafa Nadal. Sé que la tierra batida es su masaje y los cinco sets de París su seguridad. Pero también veo al ya maduro "Nole" y pienso que Rafa tiene un trasero que recuerda al veterano que ya no llegará a esas bolas imposibles que si llegas a ellas eres sin duda el mejor. Y ahora lo veo hércules pero fofote, serio ma non troppo concentrado, temeroso, y con ese time de la dureza mental desvalido y necesitado.
El truco del mago Nadal siempre ha sido su cabeza. El físico estaba perfecto pero nunca sus llaves del cielo. Nadal juega al tenis con la cabeza y cuando ve que sus rivales están empecinados en devorarle. Pero ahora ya no se refugia en los ultimísimos puntos de los sets cerrados, ni atemoriza con su efectiva frialdad a las mentes más excitadas para ganarle.
Ahora su cabeza le hace la trampa fatal de la inseguridad. Y este Rolland Garros tan tierno y mágico de 2015 puede mostrar su antes y después. Porque Rafa nació en el Garros, y se hizo hombre, y creció hacia todos los himalayas que posee. El Garros fue su foto y su catapulta hacia las superficies del cemento y de la hierba inglesa. Ahí comenzó todo. Fue su cuna, y ahora amenaza con ser su adiós.
¿Rafa Nadal está acabado? No lo sé. Lo que intuyo es que está jodido y lleno de ansiedad, y que no se termina de creer que todavía le queda gasolina de color, y grandeza para agarrar de las orejas a su sucesor Novak Djokovic y ponerlo triste y firme otra vez.
Los últimos coletazos rabiosos y reivindicativos de Rafa pueden ser erráticos e insuficientes. Su motivación por el atrás pinta mal y se enrosca en nubes extrañas y en ventoleras desfavorables.
Yo nunca quiero ser pesimista con le Roi Nadal. Jamás. Pero la realidad me obliga a ser escondido, cauteloso y hasta totalmente tímido. Porque si la vuelve a liar, se recupera, deja a todos sus rivales llorando y de asombro, entonces su mérito tendrá un escalón mayormente especial.
Si Nadal vuelve a ser quien ha sido, me dará vergüenza el título de este osado y modestísimo escrito. Y como que casi le pediré perdón.
-MALDITO REALISMO-

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