miércoles, 1 de abril de 2015

- MATILDE CONESA Y AQUELLOS MIS RECUERDOS -



Aquí, muy cerca de donde hago ahora este escrito, había un enorme aparato de radio, desde el cual mi infancia se transformaba en una extraña fantasía. Y desde tal artilugio, aparecía la voz que suplía a la ausencia de mi familia ilógica y desestructurada.
La voz y la mujer. La dimensión de la radio de aquel tiempo. Y en el tiempo de ocio y de las radionovelas que todo lo copaban, se oía una voz potente y definitiva: la de Matilde Conesa. ¡La reina de la radio española!
Y todo el cuadro de actores de la palabra, como Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso o Eduardo Lacueva.
Sí. Mi casa vieja en una familia anodina, cambiaba de color ante las radionovelas. La Cadena SER organizaba su oropel estético y lanzaba a las ondas la obra del autor Guillermo Sautier Casaseca. "Amantes bajo el terror", "Ama Rosa", la infantil "Matilde, Perico y Periquín", y todas las novelas del citado y prolífico autor de amor especial en donde todo el romanticismo y la creatividad se unían a creaciones de voz con un valor calificativo e histórico inolvidables y destacados siempre.
El amor en la radio en los tiempos de Franco, y en el interior de mi casa en donde mi familia distaba todo de ser una familia convencional. La voz inconfundible de Matilde Conesa. La voz de la radio y del ocio. La voz que atrapaba a millones de señoras españolas; la voz del tiempo que se estilaba y alcanzaba éxitos indiscutibles.
¿Dónde estará aquel mi gigantesco aparato de radio en tiempos de smartphones y de wifies conexion? Ya no queda sino un recuerdo vivo. En su substitución desapareció la sociología del franquismo y fue apareciendo paulatinamente la idea libertaria de la democracia.
La gente, decidió renovarse. Y se puso en marcha. Aparecieron los primeros coches y comenzaron los españoles a airearse y a salir rumbo a los alrededores y camino de otros mundos y de otros derroteros. Aunque yo siga en mi casa de siempre, solo quedan los recuerdos inanes de mi nostalgia, y poco más.
Mis vecinos han cambiado, yo he cambiado, esta calle ha cambiado, el mundo es otro, la radio es música en inglés, la gente se fue de las casas o se murieron, y ya ha mucho que mi barriada es una cosa diferente que sobrevive a pesar de toda la especulación organizada y consentida.
Pero en el interior de mi casa y de mis recuerdos de donde sigo, continúan los ecos evocados de un tiempo que existió y que cohabitó con lo que fue mi niñez y mis cosas de nene. La voz potente y decididamente majestuosa de Matilde Conesa seguirá presente porque mis recuerdos también han de ser sanos y oportunos. La voz.
Cuando yo entro ahora en mi casa, lo primero que hago es poner la radio. Necesito ese ambiente y llenar las heridas ausentes. Si pusiera la voz de Matilde Conesa, saltarían como una catapulta todos mis tiernos recuerdos. Y también hablaría mi abuela, y mis padres, y yo, y mis antiguos vecinos, y los sonidos familiares de esa barriada desaparecida casi ya hasta para los nuevos taxistas de la ciudad.
Hace demasiado tiempo que el imperio de las imágenes y de los nuevos tiempos puso ante mí el paradigma de otra realidad. Ahora la radio es actualidad rabiosa, y nuevo fútbol apasionado y amical, y música sajona, y emisoritas compradas por niños con dinero que ensucian el dial y le agregan tedio y capricho. Exceso.
-DESCANSE EN PAZ MATILDE CONESA-

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