jueves, 9 de abril de 2015

- MI AMIGO OTTONIEL NO ES EXTRATERRESTRE -



Totalmente terrícola es Ottoniel. Mucho más terrestre de lo que puedas pensar. Y humano. No solo es terrícola o terrestre, sino que también es humano como todos los demás y además tiene sentimientos, pesares y alegrías.
Le conocí de adolescente y casi no se el porqué. Vaya usted a saber. Lo único importante es que han pasado algunas décadas y mi amigo Ottoniel sigue por ahí por el camino de mis cercanías.
Pero advierto que nadie espere de Ottoniel orden o previsibilidad. Es especialista en enfadarse consigo mismo. Los demás no tenemos apenas dones para hacerle contrariarse.
Su discurso es nostálgico en el fondo aunque sus palabras suenen prácticas y concretas. Y cuando divaga sabe perfectamente que lo hace para mostrar una cortina de humo en la que esconder su verdad y para que nunca se sepa.
Es el tipo más raro de mi mundo conocido. Y yo le aprecio más de lo que creo. El otro día me dijo no sé qué de un sorteo de lotería que había tenido lugar hacía meses. Yo pensé al principio que no hablaba en serio y que sus cosas en ese momento solo eran para poder distraer su aburrimiento. Yo debía tener preparada dicha lotería porque había una terminación acertada y cinco dólares para devolverme. No le creí.
Insistió. Dijo que pasaría por casa para pagarme el importe de dicha lotería y yo le dije que sí un tanto alarmado. Cuando Ottoniel dice dos veces una cosa, es que habla en serio y que va a ello. Fui cortés y le dije que todo perfecto y que se pasase cuando quisiese y que estaba todo preparado.
¿Preparado?, ¿dónde diablos estarían las papeletas de lotería de Enero en pleno mes de Abril y con lo desordenado y poco terrícola que soy yo?. ¿Buscar dichas papeletas?, ¿estarían en la Tierra?, ¿las habría tirado sin querer al mar del olvido y de la inercia? ¡Vaya usted a saber! ...
Han llamado al timbre de abajo. Mi cabeza daba vueltas. Mi madre lleva unos días sobrepasándome en su cariñosa tortura. No he oído a Ottoniel. No le he dado importancia a sus cosas extraterrestres. Quería hacer la siesta, no eran horas y no lo esperaba. Pero Ottoniel es tenaz y tiene afán duro como la kriptonita del cine del espacio. Es cabezón y también tierno. No se da nunca por vencido y sus huestes siempre proceden de la contundencia de otras galaxias apenas conocidas y superlejanas.
Me ha llamado al telefóno móvil desde una cabina todo enfadado. ¿Cómo podía ser posible que yo le hubiese abierto la puerta ni le hubiese escuchado el timbre? ¡Eso es inadmisible para el bueno de Ottoniel! ...
Sacó las uñas. No me mandó al carajo porque le atendí y rectifiqué más que pronto. Por puro azar encontré las papeletas de lotería, y más tarde le abrí la puerta. Si no lo hubiese hecho, el enfado de Ottoniel hubiera sido negado por él y por muchísimos meses. Porque su enfado interior es especial y poco aprehensible para quien no le conoce. Por cierto, ¿alguien conoce realmente a Ottoniel? ¡Ni hablar! Ottoniel es el enigma que nunca puedes imaginar y que está por inventar o pergeñarse todavía. Es la sorpresa venidera.
No se ha ido muy satisfecho tras entregarme los cinco dólares. No. Quería gresca y ha hallado zen. Y es la mejor noticia para mí. Si le hubiese contestado lo que pensaba seguiríamos enfrascados en la discusión surrealista algunas horas más tarde.
Esta vez Ottoniel no se ha salido con la suya como otrora. Ha hecho nuevamente lo que le ha dado la gana, pero yo le he puesto las cosas bien difíciles. Porque un choque de civilizaciones nunca es lesivo ni sencillo de acometer. Y también he comprobado que el afecto no entiende de novas ni universos.
¡NO!

0 comentarios:

Publicar un comentario