Todo no lo empezó el taimado Mourinho. Le acompañó el inevitable Cronos y las jerarquías del poder en el Real Madrid. Y la gran irracionalidad que es el fútbol. Todo junto.
Iker Casillas. San Casillas. Uno de los mejores porteros españoles de todos los tiempos. No quiero zaherir a Iríbar o Arconada, y menos robar en la memoria de Zamora, Eizaguirre y todos los hijos de los mitos.
Casillas fue un niño de fútbol y de barriada que precozmente vistió la camiseta del acorazado Real Madrid. Un niño bajito para portero pero felino por sus reflejos y arrojo. Colosal. Se lo ganó siempre todo con creces. Nos hizo Campeones del Mundo con una magia a Robben, de Europa, ganó varias Champions con sus paradones como en la final del golazo de Zidane, y le dió al Real muchísimos títulos ligueros y de Copa. A veces, casi él solito. Sé que suena a exageración. Pero cuando todo parecía decidido y cuando el destino estaba fatal, asomaba Iker y la gente resoplaba de placer. ¡La había rechazado y se había salvado el vicegol inevitable! ¡Increíble Iker! ...
Titular, titular y titular. Siempre titular con creces. Titular con sudor y evidencias. Hombre y chico de la casa. Simpático y normal, como Iniesta y tantos triunfadores y héroes de su generación, y su mágico beso de novios en los labios de Sara Carbonero delante de las mismísimas cámaras televisivas el día del gran orgasmo feliz del fútbol español a nivel de Selecciones. ¡Campeón Mundial! ¡Mágico! ...
El Real Madrid. Todo un arsenal de intrigas palaciegas y de dinero a merced de Don resultado. Obligados a ser enormes y a ganar. Regularidad y sin medias tintas. En la casa de Bernabéu o Florentino no valen milongas. O triunfas, o fracasas. La ansiedad del éxito no se sacia en este club de emblema. La paciencia nunca existe. No hay facilidades, y un puñado de buitres siempre surca los cielos en busca de relevos y de sucederes. El Madrid es un destino y una meta final.
Ser portero del Real Madrid es estar más solo que nunca y ante el peligro si pierdes, y dejar de ser ídolo en breves segundos. De ahí los enormes méritos históricos en la regularidad de Iker Casillas. Absolutamente excepcional. Y entre los mejores del mundo de la modernidad. Tras Lev Yashine y los alemanes: Buffon e Iker, Iker o Buffon. Pocos mitos más en la actualidad. Saludos a Dino Zoff.
Como todo deportista de elevada élite, llega el momento paulatino de la caducidad y del morbo. Aquí no se salva nadie. Dicen los viejos que en el Santiago Bernabéu se llegó a pitar al mismísimo Alfredo Di Stéfano. Les creo.
Hay que hacerse a la idea. Iker no ha caído en desgracia sino en realidad. Los años no pasan en balde. Se le van balones. Es bajito y además el reflejo cede. Va cediendo. Y los medios agrandan las fisuras. Todo lo estiran. Ahora hay gente del Madrid que no le cree y que le pita por sistema generándose ambientucos preocupantes. Son una minoría que constituye un síntoma real.
El tiempo del gran portero no puede ser eterno. Se irá. Como se fueron todos los grandes mitos. El problema verdadero surgirá con los porteros aspirantes a su relevo. Esos sufrirán en sí todo el gran vacío y la gran frustración de la desconsideración. ¡Pobres! ...
Me quedo con los grandes momentos y éxitos de Iker. Me ha hecho disfrutar como un enano. Me ha enamorado su coraje y su precocidad de ganador, sus estiradas y sus asombrosos reflejos. Ha sido un regalo y un ejemplo. Me ha hecho demasiado feliz para no añorar cuando era joven y nadie osaba lanzarle abiertas discusiones. El niño mimado se lo ganaba y era el capitán de todo. No había caso. ¡Absurdo! ...
Ahora le va llegando su hora. Navas no ha demostrado ser mejor que él, el tiempo de Diego López se lo llevó la historia mourinhista, y ahora quieren fichar a un tercer portero porque ven urgencias en los ruidos. Por eso esta es mi nostalgia y mi admiración ante un portero fuera de serie. Un número 1, un as, el mejor, el más listo de toda la clase.
¡UNA PENA EL TIEMPO!
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