La enésima magia del doctor Rossi la exhibió en el más que español circuito de Jerez. Su bicharraca Yamaha con color verde salió como una taladradora con potencia devastadora, rápida y definitiva.
Aguó bien la fiesta el genio "Vale". El mito no dejó títere con cabeza. Se fue para adelante nada más salir, y decidió olvidarse y tirar a la nada las pugnas individuales. Y con treinta y siete años decidió únicamente medirse a sí mismo.
Había convicción en la clase de Rossi. Ganas de ganar y de recordar que sigue estando ahí y que lo de las motos no solo es cosa de bebés. El abuelo arreó y arreó, levantó los pies en las curvas jerezanas como de habitual, pero no había tráfico. El italo parecía querer decirnos que huía de todas las polémicas en España de la misma manera que se largaba solitario e imperial camino de una nueva gesta que dejó con la boca abierta a todos.
No se llevan bien los grandes aspirantes a la GP desde la "histórica" presunta patada que lanzó a Márquez camino de lo inadmisible e inmoral. Siempre falta esa sonrisa sincera y convencida entre los tres dartagnanes, Rossi, Lorenzo y Marc.
El hachazo caníbal y sutil de Rossi el otro día en Jerez, se le ocurrió a Valentino en el día menos esperado de los últimos tiempos. España y los seguidores de nuestros héroes patrios preparábamos toda nuestra genial artillería emocional para darle una gran patada deportiva al mito de las patillas. Jerez vibraba, y toda la potente afición española rugía con ganas buscando redimir lo imperdonable. Lorenzo y Marc vieron que no.
Pero la Yamaha "verde" se empeñó en colocar extrañas mordazas. No se le podía seguir. Era un comerse las uñas a ver si los parciales tiempos podrían ofrecer a través de Lorenzo o del carismático Marc conceder la alegría abierta. Pero todo era impotente y baladí. Demasiado silencio. Demasiado realismo y nivel. Ayer, "Vale" no tenía ganas de excitantes y hasta abruptas polémicas. Los dos superclases españoles se limitaban a verle de demasiado lejos. E incluso no le veían. Y un nuevo pacto con el diablo llevaba a Rossi a la exhibición inalcanzable. Nada que hacer. Rendirse y aplaudir a los nuestros.
Rossi nunca miró hacia atrás. Bestial y hercúleo, rapidísimo como Usain Bolt y en gran forma, el circuito fue una pista de atletismo de exhibición con olor a la atractiva Jamaica. Hubo supremacía de lo inabordable. Hay que contar los puntos de la general y consolarse. Estamos por delante y todo. Pero el otro día ...
Valentino Rossi volvió a maravillar a los neutrales y a los se ponen a ver ésto porque les gustan las motos. Il dottore fue un tarzán dictador y hasta cabrón de unas excelencias demasiado imposibles para los demás. Era un día más de gigantesca calidad.
Rossi era ahora fondo y cada vez más hambre de distancia y menos vueltas para llegar a la meta con la gorra y sin despeinarse. Corrió con rabia y picardía, se supo el mejor, y disfrutó demostrando una y otra vez por qué forma parte de un olimpo especial y que para llegar a esas alturas hay tener gen de elegido.
Valentino andó de sobrado y de imparable, de gran campeón y de divo en tierra hostil, de recuperación de toda su majestuosidad sellada con una nueva frivolité que nadie esperaba. Su bicharraca "verde" se metió hacia adentro por todas las escuadras batiendo las defensas más aparentemente solventes e inaccesibles. Y el bicho picó duro y a lo grande.
¡CHAPEAU!
1 comentarios:
Increible Rossi.Devuelve la bofetada donde mas duele.En Espaňa,en su propio terreno.Con su edad parecia imposible pero un absoluto fuera de serie vuelve a demostrar que el si puede.Sin palabras.
Publicar un comentario