lunes, 18 de abril de 2016

- ¿SABES, MAMÁ? ... -



¿Sabes, abuelita? Ahora voy un poco menos a verte al cementerio, porque la florista es demasiado zalamera y se arrima y hasta me da besos y todo, porque lo que quiere es que me gaste el dinero y despilfarre más y más en flores con la bella excusa del amor nostálgico. Demasiado lista ...
Que, ¿cómo me va? Ya lo ves y sabes. Me has dejado tirado en medio de una vida por hacer y que es muy dura de empezar. ¿Tú sabes lo que es empezar de cero mi vida a los cincuenta? Te puedo asegurar que los mejores momentos de mi vida que son los actuales, madre, se caracterizan por su extrema dureza. Me cuesta todo tanto, que ...
Luchar por mí. Pero tengo que ser importante. Básicamente importante. Porque, ¿cómo voy a hacer las cosas lo suficientemente bien si no decido ir valorándome paulatinamente? Puedes imaginarte ...
La pereza, la falta aparente de estímulos, las cosas de la casa que son un magno y soberano rollo si no estás habituado, y todo ese rosario de minutos y de kilómetros que suponen dar los primeros pasos en la individuación de mi vida. Yo y solo yo, ante el mundo y todas las exigencias. Mi pastilla es la paciencia. Confío en mí, y trato de que los pensamientos que me llevan a la decepción y al desánimo no se desborden. No tienen por qué desbordarse. Aún me queda mucha emoción y mucho estímulo en mi fuerza.
Jode, porque cuesta todo ésto. Cuesta mucho todo lo básico porque me falta mundo, familiaridad y habituación a las exigencias que implican mi propia responsabilidad.
Los últimos años de tu vida que yo te cuidé hasta el último de tus segundos, se empiezan a volver rémora y hasta traba para avanzar. Fueron los años en los que hice la mili y me entrené duramente contigo buscándome a mí una y otra vez.
Que es lo que hago siempre. Buscarme. Ir desde mí y a por mí una y otra vez. Sin familia,-que pasó siempre de nosotros-, sin apenas dinero, sin haber tenido la oportunidad de haber dispuesto de la suficiente salud para socializarme y haber hecho verdaderos amigos y/o tener una mujer, y con todas esas evidentes carencias de estructura a las que me enfrento con tesón, y a las que estoy dispuesto a vencer y a superar desde mi mejor verbo que se me ha inventado: crecer/aprender. Los dos son más que válidos.
Ya sabes, mamá que se fue, que a mí me gusta cantar y que soy escritor sin título, y que la gente me dice que soy inteligente y válido, y eso que no se conocen entren sí. Y además no puedo soportar a los pelotas.
Lo que quiero ahora priorizar es el afanarme en la búsqueda de mi gran y santo grial. No es esa otra aventura que poder llegar al día 25 que es cuando me inyectan en el banco el importe de la pensión. Estoy acojonado porque todo son gastos, y porque soy heterodoxo y estas cosas del orden y de la organización me han sido siempre esquivas y lejanas.
No hay más remedio que hacerme las cosas bien, mamá. Siempre todo es supervivencia. Hay que seguir. Hay que seguir siguiendo. Tengo la obligación de hacerlo. Bajarse de la máquina es demasiado simplón y a mí me van los retos. Siempre fui un rebelde. Y aunque lo voy a lograr, ponme desde donde estés un trébol de esos de cuatro hojas que dicen que dan suerte.
-HAY QUE TENER AMIGA A LA FORTUNA-

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