martes, 12 de abril de 2016

- TELEVISIÓN: "QUIERO SER MONJA". -



El camino contrario. Lo menos inesperado. Las dinámicas de algunas jóvenes y sus testimonios religiosistas. Ganar por ser monja. En el fondo es casi sin querer, antropología social. Y con aditivos de gran morbo y expectación. La iglesia topada y tocada por los medios. Necesidades mutuas y rumbos.
Si nuestras chicas ya no quieren ser princesas, quizás pueda venirles las ganas de ser monjas. La audiencia rompe moldes. Gusta, lo que gusta ...
Monjas en el 2016 por televisión. Surreal. Los testimonios. Diferentes procedencias y coyunturas en tiempos de la moda, la universidad o el móvil. Las renuncias. Las antiguas y clásicas monjas de siempre recibiendo relevos frescos y siempre inesperados o de poca densidad geográfica.
La convivencia. La idea de Dios en ellas. ¿Qué les sucede que renuncian al placer y a sus chic@s? Lo no mundano. Estas chicas parece que se van a otro lugar a hacer prácticas y sus convicciones quizás vocacionales. Siempre fue eso. Ahora la novedad son las cámaras de la televisión que se meten en consenso en la cocina del convento. Ver un convento con novicias que prueban a echarse a monja, da morbo y toda la curiosidad.
La psicología de las chicas sale a escena. Desde nuestros sillones podemos ver sus caras y procedencias. Interesante y quizás hasta pecador por demasiado osado. La mili. Operación Triunfo. ¿Aguantarán las pruebas o se rendirán a lo mundano? ...
Me gusta su frescura. La erótica de lo imposible. Siempre jóvenes y dispuestas a probar lo no terrenal en busca de un paraíso de ayudar y de no violencia. Ciao a las minis, a los tangas, al rímmel, al carmín, a los taconazos, al escote favorecedor, a la moda o al pelo suelto. Ésto lo saben bien. Lo no terrenal tiene aspectos inicialmente conocidos. Pero lo fuerte es mantenerse. Su libertad es precoz y está construyéndonse. No deben huír de sí mismas. El hábito nunca hará al monje, y solo los kilómetros de Cronos nos dirán y marcarán el devenir.
Los antimonjes pueden estar sorprendidos y desconcertados ante tanta aparente convicción. Este mundo laico tiene atajos de atracción en los que es muy difícil determinar y medir de qué van estas chicas.
Pero a la audiencia siempre nos intriga el fenómeno de la clausura en un tiempo abierto  y de ágoras expresivas y bulliciosas. ¿Niñas consentidas que renuncian a todo lo habitual?, ¿aventura de unas petardas que denominan a esta fenomenología la llamada de Dios?, ¿siervas de una tradición? ...
La monja se asocia a la caridad y a la buena e inocente persona. Una monja será inofensiva, abnegada, sacrificada, sensible, frugal, y especial. Como las princesas elegidas. Como los roles antiguos y consabidos.
¿Por qué estas chicas no parecen buscar el internet o la novedad?, ¿patologías inconfesables y de vicisitud? ...
No importa mucho al espectador que las ve en Mediaset. Lo que le importa al personal es verlas cómo dicen lo que dicen y cómo parecen diferenciarse de las otras demás chicas. Sus atuendos, su cosa modosa, el parecido a aquella familiar que antaño fue también monja, la peculiaridad, la moda retro, o que lo no terrenal  sea sabio frente a un conjunto convencional de verdades que marca el capitalismo como referencia de hoy. Nos sentamos a distraernos y a curiosear.
-QUE TENGAN MUCHA SUERTE-

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