¡ GRACIAS !

Esta mañana me he levantado con esa idea. Con ganas de dar gracias. Sí. Ayer fui operado de la rodilla izquierda, lesa y viejota, y me ayudaron. Mucha gente me ayuda sin que sepa verle el valor. Veréis. Quizás seguramente hable desde la euforia. Es lógico. Todo está muy caliente y reciente. Todo lo que queráis. Pero ayer había un centro de salud, y unos jóvenes y animosos cirujan@s, los cuales, algunos de ellos,-dado que era sábado-, estaban observando a la vez que actuando, para el día de mañana curtirse y decidir mejor las técnicas de las intervenciones y de su libertad. Hacían y aprendían. Todo, ciertamente, parece muy mecánico. La recepcionista de abajo, las enfermeras de planta, y la aparente rutina de médicos y cirujanos. Pero, la ciencia, también es mecánica y a veces parece rutinaria. Ayer, en el quirófano especialmente, vi vida. Exacto. Practicidad. Y sobre todo, ciencia. Sí. Ciencia de esa que tanto denostan en ocasiones algunos moralistas y un puñado de creacionistas. Me estaban interviniendo, y yo no sentía dolor, las tomas de tensión eran automáticas, control total sobre los goteros ayudadores, los adelantos te sorprendían, y hasta una cámara de televisión les permitía a los galenos y a mí, poder observar todo el interior de mi vejestoria extremidad. Casi, de ciencia ficción. De sorpresa. Pero, todo absolutamente real. Y es que la Ciencia siempre es sorprendentemente, mágica , asombrosa y apasionante.¡Un aplauso! Y los chicos y las chicas, cirujanos todos, hurgando y viendo todo, con absoluta tranquilidad. Profesionales, valientes, y sobre todo, conocedores de la ciencia médica y traumatológica. Me transportaron luego como a un rajá en la cama de ruedas en dirección a mi habitación, lo pasé mal unas horas notando mis piernas y la mitad del cuerpo paralizados por la anestesia, pero fue puro susto. Susto científico y por lo tanto, previsible y dentro de del guión. Cuando expelí la anestesia, me dieron el alta y me fui de aquel lugar. Apoyado en un par de muletas, volví tímidamente a caminar, y un taxi, en lluviosa y fría tarde valenciana, me dejó en la casa de mi madre. Esta misma mañana de domingo, me he tomado la medicación que me indicaron ayer, y allá que he ido hacia mi casa, a subir con la ayuda de las muletas las escaleras de los tres pisos sin ascensor que tiene mi casa raíz desde la que os escribo. Ahora luego, volveré a bajarlas. Cuidadín. Ahora me esperan unas tres semanas de penosidad, hasta que me quiten los puntos de sutura y llegue la rehabilitación. Quizás la rodilla no quede del todo bien. Pero yo confío en mi fortaleza, en esa montaña cuya tierra tanto amo, en las incisiones médicas para regenerar los tejidos, y sobre todo, en la vida. A la cual, y desde este modesto blog, le mando de nuevo mi beso. Sin la vida y su desarrollo, no hubiese podido ser ayudado. - ITERO LAS GRACIAS -

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