Sí. 22 de Diciembre. Ahora sí que empieza el período navideño. Empieza a vivirse toda una liturgia de tradición, que irá cediendo sobre el 7 de Enero del año que va llegando, desde el pistoletazo de salida y entrada de las rebajas del Corte Inglés.
Es la parte más visible e impepinable de la Navidad. Lo comercial, el consumo, el regalo, la adquisición, la compra, la cena, el licor, la farra, el exceso y la fiesta. Incluso el estar alegres, y más que en otro momoento del año, parece que forma parte de la tradición en el guión de la Navidad.
Lo mejor que hay que hacer en navidades es no agobiarse ni mitificar. En realidad, esto es una gran recolecta. Recogemos lo que hemos sembrado durante el resto del año. Este tiempo no es algo sorprendente o excepcionalmente mágico, o de grandes sorpresas. Sino de grandes consecuencias y responsabilidades. De grandes lógicas.
Si el resto del año has podido o sabido construír un tejido afectivo de calidad, ahora tendrás ese afecto sincero y ese beso. Si el resto del año ha sido anodino y poco concurrido, no esperes ahora que la gente haga Carnaval y se acerque a tí. Si las cosas son fuertes y sinceras, tú ya lo sabes. Y si estás habitualmente carente de afecto y te sientes más sol@ que la una, ahora con esto de la Navidad, lo acusarás mucho más. Es inevitable. Paciencia.
Para enfocar con acierto este período social cambiante, que tiene al núcleo familiar y amical como el gran eje de la fiesta que viene, ha de imponerse la coherencia y no volverse un@ loc@.
Nada de idealizar. Quien es feliz y tiene gente cerca que le quiere y aprecia, no solo no le molesta toda esta tradición, sino que incluso está deseando que llegue y aparezca como una mujer llena de vida y brillo cerca de él. Y de los suyos.
Quien lo esté pasando mal, no debe angustiarse. No está pasando nada sensacional o extraordinario. Sino una mera y anual tradición, que tiene un gran impacto social, mediático y comercial. Pero nada más.
En realidad, este período es para el balance personal y para la reflexión, más que para la gamba y el regalo. O que, entre el turrón y el asado, uno pueda pensar con libertad y serenidad sobre cómo va su vida, y para hacer un propósito auténtico de mejorar o de corregir lo que ya no sirve, o lo que ya no va bien por caduco o absurdo.
Eso es la Navidad. Mi Navidad. La idea del balance, del acierto, del error, de las posibilidades, y de la eterna esperanza. Todo lo demás estará ahí. Y comenzará con la cancioncilla lotera de los chicos de San Ildefonso. Y vendrá el año 2011. Y eso ya lo sabemos.
Sin grandes sorpresas, con naturalidad, asumiendo nuestra verdadera posición en el universo, y tocando las cuerdas de nuestros sentimientos con cariño y realismo.
-ASÍ TRATO DE VIVIRLO-
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