Reconozco que me gusta este programa de televisión. Lo hacen en la cadena Quatro. Sí. Ya sé que la televisión está llena de mentiras, y que todo, hasta lo positivo, es mejor cogerlo con pinzas. Pero, esta serie, "Campamento", tiene algo disitinto.
Son chicos problemáticos. Jóvenes con familias desestructuradas, y con el conflicto todavía sin salir de adentro. Un adulto que cayó en el alcohol y las drogas, y que ya presentaba otra serie de este cariz llamada "Hermano Mayor", conduce este programa, y se involucra y se moja el culo con los chavales y chavalas.
Insisto. Es televisión. Y la televisión de hoy, salvo alguna excepción, se nutre de morbo y tambores. Pero yo prefiero quedarme con la serie "Campamento", por una razón fundamental. Porque se puede ver el sufrimiento real y el esfuerzo de unos chicos por superarse y tratar de salir del hoyo en el que se encuentran. Un hoyo auténtico.
Lo mejor de la serie es que esos chicos lloran, sufren, se pelean, sacan toda su verdad y su mentira, se esfuerzan, se caen, se vuelven a levantar, y al final logren o no sus objetivos de salud integral y conducta de adaptación, lo que importa para el espectador es que lo que vemos es, verdad. Mucha verdad.
La verdad de nuestros jóvenes ladrones, o toxicómanos, o alcohólicos, o emocionalmente empujados desde sus familias a la delincuencia, el pandillismo, la droga o el desorden. Es la lucha de quienes aspiran a no pasarse el resto de su tiempo, o en el hampa o bien cerca de la muerte.
"Campamento", trata de juntarles y moverles. Les llevan a la montaña, y hacen terapia unidos y con toda la tentación para enfrentarse entre sí. Y se pretende, que nadie se sienta superior a nadie. Y son castigados si desobedecen o incumplen los pactos con los que toman responsabilidad. Responsabilidad, empezando por ellos mismos, y extendiéndola hacia todo el grupo. Si fracasa uno de los chicos, el grupo se resiente. Y si acierta, el grupo sale fortalecido. Metáfora de la sociedad.
Mas, insisto. Es televisión. Nada de fiar donde manda "Belén Esteban" y el morbo de las trompetas de los truculento. Por eso prefiero ser cauto y quedarme con estampas o planos sueltos. La vida es un azar.
Sí. Prefiero quedarme con el chico que llora porque se da cuenta de que la ha cagado. O con la verdad de sus impulsos de violencia que no puede frenar. O el reconocimiento de que son dependientes de substancias tóxicas o etílicas. De que sufren, porque se dan cuenta de que los demás no son sus principales enemigos, sino sus propios pensamientos individuales.
En definitiva, me quedo con la cosa evidente de la verdad. Con los sentimientos sinceros y sin morbo. Con sus conductas imparables pero reales, y que nadie esconde ni debe esconder por la cuenta que le trae. Y por último, felicitar a Quatro, por la idea de un programa educativo y sincero.
-SENTIMIENTOS AL AIRE-
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