sábado, 30 de octubre de 2010

- MARCELINO CAMACHO -

De muy mayor se nos ha ido Marcelino. Sí. El de los jerseys como iconos o emblemas, que su mujer le tejía. Se fue un líder histórico para las libertades de este país. Un líder de la lucha. Inquieto. Marcelino Camacho solo fue convicción. Convicción en unas ideas que le llevarían siempre consigo. Hasta la muerte. Libertad, o muerte. Camacho siempre decía y en público, que a él no habían logrado doblarle. Ni domarle. Y para demostrarlo, no esperó a que Franco se muriera. Como otros hicieron. No. Marcelino tenía los bemoles que otros no poseían. Y como era defensor a muerte de la causa trabajadora, Franco lo metió en sus terribles cárceles. Pero eso no era sino un reto o un acicate más para el camarada Marcelino. Y en la cárcel, siguió su lucha. E hizo huelgas en la prisión, y logró liarla parda. Marcelino tenía las ideas bien claritas: o alguien se movía,o nos crujían. La acción y la reivindicación, frente al Poder económico y el de la puta dictadura asfixiante. Delgado y bajito, era Marcelino. Pero tenía la energía de un marathoniano infatigable. Que, no. Que a él no le convencía nadie de cosas absurdas. Que la buena verdad, es que los trabajadores eran perseguidos sin derechos, y a merced de los de siempre. Los poderosos, con Franco,vivían pero que muy bien. Y los doblados. Los domados. En cambio, los rectos debían hasta mear sangre. Marcelino Camacho logró llevarse el gato al agua, y desde Comisiones Obreras, -su sindicato-, lanzó toda su energía a favor de la lucha de la libertad reciente en una España nueva y democrática que se esbozaba. Pero no se dejó Marcelino deslumbrar por el oropel democrático o predemodrático, y se mantuvo atento y con los pies en el suelo. Por éso, y cuando vió que Felipe González viraba a la derecha con aquello de la reconversión industrial o el felipismo, Marcelino levantó la voz en sus mítines y en sus ademanes, y dijo que no. Nones. Trataron de crujirlo, como a su compañero Nicolás Redondo, de la UGT, pero no lo lograron. Era imposible hacerlo. Redondo, dudó más. Marcelino Camacho fue Comisiones Obreras. Los momentos álgidos y gloriosos del sindicato. Un líder siempre incómodo, tocahuevos, sincero, rojo e imparable. La patronal habría de sudar en la pugna con él. Pero su ejemplo, se mantuvo vivo hasta la muerte. Como los hombres de una pieza. Marcelino Camacho era la voz de la libertad de los trabajadores de España. Y sus armas, las de la convicción, las de la lucha expresiva y clara, y acompañado todo por un jersey rústico pero admirable. -ESTE HOMBRE NUNCA TUVO MIEDO-

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